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"Prometí venir a Vigo a jugar y lo cumplí"

Uno de sus 3 partidos en Balaídos: con el Sevilla en 1992.
photo_camera Uno de sus 3 partidos en Balaídos: con el Sevilla en 1992.
Diego Armando Maradona jugó tres partidos en el estadio de Balaídos, le marcó dos goles al Celta y con 14 años asombró a Yayo cuando era ojeador celeste 

Diego Armando Maradona es una de esas figuras mundiales de las que se recuerda su paso por cada ciudad. Y más si éste resulta especialmente esporádico. Vigo no cuenta con una larga historia de contacto con el astro argentino, pero un árbol tan gigantesco da sombra a todas las partes del mundo. En la ciudad se recordará que jugó en el estadio de Balaídos en tres ocasiones –dos oficiales en Liga, una con el Barcelona y otra con el Sevilla, con casi una década de diferencia; y un curioso encuentro en favor de la AFE contra la selección de Rumanía–, que se midió una vez más al Celta en el Camp Nou, que anotó dos goles en el estadio vigués –tres ante el Celta en total, todos a balón parado (dos penaltis y una falta)– y que allá cuando apenas despuntaba en Argentina concitó la atención de algún ojeador vigués en un momento en el que fichar a un chaval de 14 años por un millón de pesetas era una apuesta arriesgada.
El santanderino Santiago Sanz 'Yayo' unió su futuro al Celta después de jugar en su primer equipo diez temporadas (42-52). Volvería al club como entrenador (60) y ejercería de ojeador en años posteriores, con un viaje a Argentina en 1974 del que regresó enamorado de un chaval llamado Diego Maradona. Se pedía por él un millón de pesetas y el club ni se planteó tal posibilidad.
Apenas ocho años después, Maradona aterrizó en el Barcelona ya como una estrella mundial. Y en su décimo partido con el conjunto culé recibió en el Camp Nou al Celta de Milorad Pavic. Por dos veces se puso por delante el Barça, la segunda gracias a un gol de penalti del argentino, y por dos veces el bloque celeste empató, con tantos de Atilano y Suárez. En la segunda vuelta de esa campaña 82/83, un 20 de marzo, la estrella culé visitaba por prirmera vez Balaídos. No marcó pero disfrutó en el campo de una goleada de los suyos (0-4).
Ese mismo año, se produjo su visita más curiosa al estadio vigués: un partido organizado por una emergente AFE contra la selección de Rumanía el 20 de septiembre de 1983. Maradona era la estrella de aquel evento y anotó un gol de penalti en el 2-2 final, que cayó del lado del conjunto español en la tanda de penaltis. Acudir a aquel encuentro le generó al 'Pelusa' algún encontronazo con su presidente, José Luis Núñez, y por eso, al terminar, estuvo rotundo: "Prometí venir a Vigo para jugar este partido y lo cumplí. Comprendo que el público habría querido que jugase los 90 minutos, pero mi sustitución estaba prevista. Agradezco como profesional del fútbol el cariño que me mostró el público". 
El argentino acabaría aquella campaña en el Barcelona y después se fue a hacer historia en Italia con el Nápoles. Pero casi una década después volvió a pisar el césped vigués, ya con 32 años y con su vida fuera de los campos generando titulares casi tanto como la de dentro. Fue aquel un encuentro extraño, con tres goles en los primeros nueve minutos –Gudelj adelantó al Celta y Maradona, de falta directa, y Bango dieron la vuelta al marcador– y un final de escándalo con cuatro expulsados en el bando local. Maradona ya no volvería a pisar Vigo para disputar un partido.
En los tres duelos narrados en los que se midió al Celta existe un denominador común: la presencia en la defensa celeste de Atilano Vecino. Todavía hoy en el club celeste, el insigne exfutbolista rememora al 'Pelusa' como "de lo mejor que he visto sobre un campo de fútbol. Un futbolista top". Especialmente grabado en su memoria quedó el duelo en el Camp Nou: "Era mi cuarto partido en el Celta y marqué mi primer gol en Primera. De aquella hacíamos marcaje al hombre y fue Gelo el que se encargó de Maradona, pero todos estábamos atentos a las ayudas. Era un futbolista fantástico: en balón parado, en combinación...". Aquel partido terminó con empate a dos goles, con el tanto de penalti del argentino. "Hicimos un trabajo tremendo aquel día, muy concentrados. Y no era penalti. Suso Santomé la baja con el pecho, pero el Celta no podía ganar en Barcelona...". 
Después vino el 0-4 en Vigo y, una década después, el regreso a Balaídos en las filas del Sevilla. Otro Maradona pero "es como Messi ahora. Por entonces ya tenía 32 años y su carrera empezaba a declinar. Pero seguía siendo un  jugador top. Tal vez con menos capacidad física y en vez de 10 kilómetros corría 5 ó 6. Con todo, su calidad continuaba ahí". Hoy, Atilano aboga por recordar al astro argentino "por lo bueno que hizo como futbolista dentro del campo. Un auténtico fenómeno".
En ese último duelo de Maradona en Balaídos también estaba en el once celeste un canterano como Jorge Otero. "Vivía ya el final de su carrera pero era un referente. Y en una época de fútbol subterráneo, sin VAR ni cuarto árbitro. Era el mejor y haberme enfrentado a él, aunque fuese en esa época final, queda ahí como algo muy bonito", rememora. En dicho duelo, le tocó medirse con el astro argentino pero "cuando estás en el partido, no le das importancia a quién tienes delante, sino que haces tu trabajo. Además, aquel partido acabó como acabó, siendo protagonista quien no tenía que serlo".
Casi dos años después, los dos jugadores acudieron al Mundial de Estados Unidos, aquel del que Maradona fue expulsado por dopaje. "Me impresionó. Sabíamos de sus problemas pero, aún así, fue un shock". Como casi todo en la vida de Maradona. Su muerte tiene ecos vigueses también.

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Maradona con Salillas en el Celta-Sevilla de noviembre de 1992 y formando parte del equipo AFE en 1983, cuando metió un gol de penalti.

"Me arrepiento de haberme retirado antes de poder jugar con el 'Gallego' Méndez" 

"Hay una sola cosa de la que me arrepiento en mi carrera y es haberme retirado antes de poder jugar en un equipo con Sebastián 'Gallego' Méndez. Es el mejor defensor que vi jugar al fútbol". Tras estas palabras del propio Maradona, si hay un excéltico que tenía una relación especial con él era el central argentino que vistió la camiseta celeste  entre 2001 y 2007. De hecho, tras ser primer entrenador de numerosos equipos argentinos, aceptó ser segundo en Gimnasia y Esgrima La Plata porque Diego era el primero.  Ese vínculo propició el pasado verano que el mismo Maradona envíase un  mensaje de ánimo al Lugo entrenado por Juanfran. Y el empujón colaboró a la permanencia.

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