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La profesora vuelve a clase

Alba Dapena realiza un lanzamiento a portería en un partido con la camiseta el Porriño.
photo_camera Alba Dapena realiza un lanzamiento a portería en un partido con la camiseta el Porriño.
Alba Dapena se reincorporó al Porriño en enero tras el covid y una operación de hombro
Nuevo año y lo que puede considerarse todo un fichaje para el Conservas Orbe Rubensa Porriño. La pivote Alba Dapena regresó al equipos tras nueve meses sin disputar ningún encuentro, ya que encadenó el covid con una lesión en el hombro que arrastró toda la campaña anterior. Pasó por el quirófano y regesa a los 30 años con toda la ilusión y su fuerza característica, aunque "todavía me cuesta el ritmo de juego. Será una cuestión de tiempo estar más segura y al 100%". 
Una parada que necesitaba la de O Rosal a nivel deportivo y profesional. Alba Dapena es una de las dos únicas jugadoras –también trabaja Arima López– de la primera plantilla del club que compagina el balonmano con el ámbito laboral. "Pasé por el quirófano porque tenía una lesión en el labrum y, a mayores, tenía dañado el infraespinoso, el tendón. El médico ya me dijo que, aunque intentara aguantar, al final tenía que hacerlo y aprovechamos en verano porque había mucha incertidumbre y no se sabía cómo iba a ir la temporada", explica. Su hombro derecho, el del lanzamiento, ya estaba tocado hasta el punto de impedir su habitual juego de contacto y, también, darle problemas en la faceta laboral porque la pivote es profesora de educación infantil. A su cargo están niños de 3 a 5 años y, en muchas ocasiones, debe cogerlos. "Volver a trabajar pude hacerlo antes de regresar al equipo. Fue todo bien y, en algo más de dos meses, ya estaba. Practiqué con mi sobrina pequeña y cuando podía con ella fue el momento de volver al cole. Y era algo que también echaba de menos porque, desde marzo, no estaba con ellos. Necesitaba volver a mi rutina", recuerda Alba Dapena. 
La rutina absoluta no la recuperó hasta el mes de enero cuando salió a la pista ante el Gijón. Antes, hubo una recuperación larga pero sin complicaciones. "Me operé en Fátima y el médico tenía una comunicación constante con los fisios. Salvo la primera semana, que tuve algo de dolor, el resto fue muy bien. Además, aunque entrenaba en solitario, lo compaginaba con los entrenamientos con el equipo para estar en buenas condiciones y marchó todo bien". 
De esta forma, la pivote camina hacia una recuperación absoluta tras mucho tiempo con problemas en el hombro. Una tortura personal proque estuvo una campaña con muchos dolores y que también notó el Porriño, especialmente en defensa, porque Alba Dapena pasa por ser una de las jugadoras más contundentes de División de Honor. De hecho, en su recuperación reconoce que "no tengo ese contacto y esa intensidad. Es lo que más me cuesta. Sobre todo, en defensa, que todavía no voy al choque fuerte o a contactar duro. Como no tengo todavía toda la fuerza en el brazo, me cuesta la defensa. También es un poco lo que me gusta a mí y, como no me siento al 100%, me influye. Hay que saber que, al volver de una lesión, cuesta llegar al mismo nivel". 
En Copa de la Reina, ante el Aula Valladolid, ya tuvo un notable protagonismo. Jugó más minutos e, incluso, anotó dos tantos clave en los últimos diez minutos. Una aportación que sirvió para la victoria y que agradecerá un Porriño que, en este curso, "estamos irregulares. Veo al equipo bien en los entrenamientos, aunque quizá nos falte pasar a la pista lo que trabajamos. Hubo partidos en los que no conseguimos pasar todo lo que preparamos al juego". Una situación que intentarán cambiar porque "la temporada es larga". 
El Porriño volvió esta semana a entrenar tras unos días en aislamiento voluntario y dar negativo las PCR realizadas por el positivo en covid de una de la jugadoras del Aula Valladolid después del partido del pasado miércoles. Una medida que no era obligatoria pero que decidió tomar el club como precaución. No es la única porque "desde Navidad entrenamos con mascarilla. Cumplimos todos los protocolos, pero tenemos eso a mayores porque lo necesitamos. En mi caso, cualquier problema me lo puedo llevar al trabajo y, si tengo un problema en el trabajo, puede llegar al balonmano. Por eso tenemos que ser muy cuidadosos", explica la jugadora de O Rosal.
Alba Dapena sabe que se encuentra doblemente expuesta porque está todos los días con niños y también en el balonmano. Por eso, "voy al trabajo, vuelvo a casa, a entrenar y a casa. Nada más". Todo lo más controlado posible y, en su caso, aprendió en unas semanas dos protocolos sanitarios, el deportivo y el educativo. "En septiembre, de baja, fui por el cole para organizar la clase con la otra profesora", expresa. Una vez que regresó pudo comprobar que "lo que tenemos ahora no tiene nada que ver con un aula de infantil de antes. El primer trimestre te lo pasas diciendo a los niños: no bajes la mascarilla, no toques esto, no hagas aquello... Es complicado con pequeños de infantil. Por suerte, yo tengo 10 en el colegio rural de O Rosal y tengo suerte en ese sentido porque no está masificado. No me quiero imaginar las aulas con 25 niños", explica la profesora y pivote. 
Si en el día a a día los adultos ya infringen muchas normas sanitarias, la realidad se complica con pequeños que "están acostumbrados a jugar y tener juguetes. No están acostumbrados a lavarse las manos tanto como lo tienen que hacer ahora", describe la pivote del Conservas Orbe Rubensa Porriño.
Esta es la situación actual, pero el coronavirus, por muy complicado que parezca, terminará pasando y Alba Dapena espera ese momento tras lo que puede considerarse un paso por el taller para la reparación de los 30 años. 
"Esta situación no te deja acabar de arrancar en todos los sentidos. Pero estoy con ganas de disfrutar el balonmano como lo conocemos, entrenar bien en todos los sentidos, viajar como lo conocemos y llenar un pabellón. Hay ganas de que vuelva todo eso", admite la pivote de O Rosal.  n

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