encerrados lejos de su país

Sin poder patear y muy lejos de casa

Gabardos, sentado en el sofá de la casa en la que vive en Vigo.
photo_camera Gabardos, sentado en el sofá de la casa en la que vive en Vigo.
El jugador del Vigo Rugby Ezequiel Gabardos vive el confinamiento en la ciudad olívica, igual que el resto de argentinos de la entidad
La pandemia del coronavirus y las medidas de confinamiento que se han tomado para contenerla dejan historias de todo pelaje y condición. Pero todas regidas bajo el mismo patrón: paciencia, tranquilidad y resistencia. Así esta siendo también para la parroquia argentina del Vigo Rugby, encabezada por el técnico Pablo Cabrera. El grupo debió haber volado de vuelta a su hogar el pasado martes pero, finalmente, ha tenido que quedarse en la ciudad olívica por el cierre del espacio aéreo en el país sudamericano. 
Uno de los jugadores confinados es el medio melé Ezequiel Gabardos, el más joven del grupo con tan solo 20 años. "Lo estoy llevando bastante bien", relata. A punto de comenzar la cuarta semana de Estado de Alarma, se confirma que, hasta en las peores circunstancias posibles, el ser humano es un animal de costumbres y hasta algo tan agobiante de primeras como un encierro domiciliario puede volverse llevadero y hasta rutinario. "Estoy con dos compañeros del equipo y eso hace que todo sea más sencillo de llevar. Siempre tienes con quien echar una charla, jugar una partida a las cartas o alguna a la Play", reconoce Gabardos con entereza.
"Lo más difícil es la distancia con la familia", expresa con sinceridad el joven rugbier. "Mucha videollamada, mucha conversación por whatsapp. Es la forma que tenemos de mantenernos en contacto. A veces echo todo el día hablando con la familia", confiesa.
En ese sentido, al jugador del Vigo Rugby le sale un hilo de tristeza en su voz cuando piensa en el frustrado regreso a casa por el cierre del espacio aéreo en Argentina, dentro de unas medidas de confinamiento que se prolongarán en el país sudamericano al menos hasta el 13 de abril. "Se complicó", asume Gabardos. "Tenía en la cabeza ver a mi familia lo antes posible, pero no pudo ser", comenta con cierta amargura el medio melé, que como el resto de sus compañeros -Emilio Brizuela, Facundo Fernández, Facundo Muñoz y Sebastián Lordani- concluyó el contrato con la entidad viguesa el pasado martes -en el caso del técnico, la relación contractual esta firmada hasta julio-, justo el día que tenían previsto el malogrado vuelo de vuelta. Pese a ello, Gabardos se muestra agradecido con el Vigo Rugby. "No hay mayor problema con estar en casa porque aparte tenemos todas las comodidades gracias al club. Estoy muy bien", asevera.
Y así pasa los días el joven argentino. "Me ejercito un poco por la tarde y trato de dormir bastante porque no hay mucho más que hacer", reconoce con espontaneidad. Pero, rápidamente, levanta el ánimo. No puede ser de otra manera. "Tratamos de ser lo más positivos que sea posible. No podemos volvernos locos, solo podemos esperar", concluye. Que así sea. Y que el que espere, no desespere. n 

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