CELTA

La pinza de la izquierda

Pese a dejar de ser jugador del Celta durante más de dos días, Olaza culminó el final feliz de su historia celeste jugando ayer como titular.
photo_camera Pese a dejar de ser jugador del Celta durante más de dos días, Olaza culminó el final feliz de su historia celeste jugando ayer como titular.
Como el Celta, la banda de Olaza y Nolito fue de más a menos  en el partido de ayer
El Celta comenzó el partido de ayer en Balaídos decidido a encomendarse al progreso para ganar al Betis y, por extensión, dejar muy encarrilada la permanencia en Primera. Protagonismo con la pelota y presión alta. Hacia delante. 
Para lograrlo, el equipo de Óscar García Junyent tuvo claro que el mejor camino pasaba por un giro a la izquierda. Y con dos regresos. El de Nolito, que volvía a ser titular con la camiseta celeste 1.512 días después de la última vez, contra el Atlético de Madrid, en el último choque del curso 2015/16. Y el de Olaza, que solo llevaba tres días sin jugar de celeste, pero que en ese breve lapso de tiempo estuvo fuera del club durante 60 horas. Así, el sanluqueño y el uruguayo comenzaron a monopolizar todo el juego ofensivo desde local desde el pitido inicial en estrecha colaboración con Rafinha -otro retornado-.
Las asociaciones fueron continuas en los primeros minutos, con Olaza doblando y Nolito pasando y pidiendo. Toque y movimiento. Una y otra vez. De este modo, la pareja izquierdista desarboló en varias ocasiones el sistema defensivo de un Betis que entró frío al partido. El andaluz y el charrúa, además, eran protagonistas en la mayoría de las acciones a balón parado. O uno y otro. Y a veces, uno para el otro. Como en un saque de esquina que Nolito botó raso a la frontal para que Olaza engatillase muy arriba sin dejar parar la pelota.
Esos minutos sirvieron para dejar entrever una sociedad que puede ser fructífera en el tiempo. Al contrario que en otras ocasiones, Nolito vino mucho a jugar dentro y dejó la amplitud para Olaza. Y para Rafinha, que hizo varias caídas a ese sector, en intercambio posicional con el andaluz, hiperactivo también sin la pelota. Sus ayudas fueron constantes cuando el Betis aparecía en campo rival y su activación tras pérdida, contagiosa para sus compañeros en los primeros minutos.
Así hasta que llegó el gol. De nuevo se juntaron los socios, aunque en esta ocasión en el lado contrario. Era una falta lateral susceptible de ser colgada: o bien abierta, en el caso de Nolito; o cerrada, de ser tocada por el uruguayo. Ni una cosa ni la otra, El sanluqueño se percató de una mala colocación de la barrera y del portero y con una mezcla de picardía y precisión anotó el único tanto celeste.
Fue el principio del fin. Porque desde ese momento y, sobre todo, a partir de la pausa para beber, el Celta se desplomó. Y con él, Nolito y Olaza. El cansancio secuestró al gaditano, que empezó a fallar más y más. Sin su socio, Olaza también se diluyó y apenas asomó por campo rival en la segunda parte. La izquierda fue víctima del sistema.n

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