Vig-Bay 2023

Un paseo mano a mano

Los miembros de Discamino, dispuestos ya para la salida desde la playa de Samil.
photo_camera Los miembros de Discamino, dispuestos ya para la salida desde la playa de Samil.
Discamino superó los 40 deportistas junto a sus solidarios pilotos 

Javier Pitillas, alma mater de Discamino, lo repitió una vez más: “La gente cree que los pilotos sacamos a nuestro pasajeros, pero realmente paseamos juntos”. La asociación que fomenta la movilidad de la personas con discapacidad física o intelectual no faltó a la cita de la Vig-Bay un año más. Fueron más de 40 competidores, muchos ayudados por una, dos o tres personas. Toda una familia, a la que ayer se unió como piloto -y no es la primera vez- el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda.

Marcos y Fernando, por ejemplo, completaron juntos el recorrido. El primero, de piloto, es un habitual. “Venir a la Vig-Bay es una maravilla y la gente se porta genial con nosotros. Es una aventura para todos”, reseña. Y resta importancia al esfuerzo físico: “Nos preparamos durante todo el año y se va llevando. Y si no hubiera un poco de esfuerzo no nos haría la misma ilusión”. Él pedaleará. “Por supuesto que hay que tener conexión con el compañero. Somos buenos colegas”, dice el piloto. Y su buen rollo queda confirmado por el pasajero, Fernando: “Estoy bien preparado. A mí no me va a resultar costoso, a él sí”, bromea antes de la salida. Pero “es un buen guía”.

Más autonomía tiene Suso en su handbike. “Hay que prepararse un par de horas dos días a la semana y los fines de semana salimos al monte a rodar. Son 20 kilómetros y es exigente”, reseña desde el conocimiento de anteriores participaciones. Y explica cómo es su carrera: “Esta bicicleta está propulsada con los brazos. En las subidas, necesito el apoyo de los pilotos, que son mis piernas. Yo no puedo ponerme de pie en la bici y cuando hay una subida, ellos son los que me impulsan. En llano y cuesta abajo puedo yo solo perfetamente”. De esa guisa, van mucho más rápido que los atletas a pie: “Tenemos una media de 22 kilómetros hora. En las subidas podemos bajar a los 16 y en las bajadas pasamos de 30 o 40. Vamos bastante rápido". Todavía en Samil hace sus cálculos y apunta: "Espero que me lleve en torno a una hora”. Lo calcó, ya que acabó con una marca de 1:01.14.

Refiere Suso lo excepcional de la Vig-Bay y celebra que cada ves haya más pruebas que inviten a los miembros de Discamino. “A todas las que nos invitan, vamos. La labor de Discamino es clave. Sin ellos, no sería posible”, señala.

Justo a su vera está Moncho, su piloto. Él recuerda que la asociación nació en 2009 con una persona que hizo el camino de Santiago, Gerardo -un joven vigués sordo ciego-. “Vamos avanzando cada vez más y más. Somos unos 50 pilotos casi”, calcula. Y refrenda lo que Pitillas señala siempre: “La idea es que nos sacan ellos a nosotros. Disfrutamos y somos felices estando con ellos”.

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