Tras la jornada 12, el Celta estaba en puesto de descenso con 9 puntos, siendo el décimo octavo clasificado. En ese momento, la dirección del conjunto vigués creyó necesario un giro de timón para evitar la agonía de la anterior temporada y destituyó a Fran Escribá para dar el banquillo celeste a Óscar García Junyent. Hoy, diez partidos después, el conjunto vigués sigue en plaza de pérdida de categoría, está una posición por debajo y apenas ha sumado 8 puntos. Es decir, que el ritmo de puntuación se ha elevado de forma nimia –de 0,75 a 0,8– y que en la competencia con sus rivales directos ha salido perdiendo.
En una Liga formada por sólo las 10 últimas jornadas, la situación del Celta no variaría mucho respecto a la actual. En esa decena de jornadas, el club vigués tiene números de descenso: es el décimo séptimo equipo pero igualado a 8 puntos con el décimo octavo, el Valladolid. Y sólo Mallorca y Espanyol lo empeoran con 7. Muy por encima se va al Leganés, el otro rival directo, que sumó en estos tres meses 13 puntos.
El juego como aval
Los números no acompañan, pues, la labor de Óscar García Junyent en el banquillo celeste, pero sí encuentra más respaldo en el juego desarrollado por el equipo. Sobre todo en sus últimos partidos en casa, el bloque céltico ha ido mejorando su rendimiento defensivo y ofensivo, se ha adaptado a diversos dibujos tácticos con acierto y en muy raras excepciones se ha visto meridianamente superado por el rival. Lo malo es que eso no alcanza, por ahora, para ganar.n
