Día de felicidad para la familia Viteri en Pescara, a orillas del mar Adriático con 22 grados. Un buen sitio para competir, pero también para ir de vacaciones y, por ambos motivos, Javier, Bea y Esther Bouso se encuentran esta semana en los Campeonatos de Europa máster de atletismo. “Dimos el paso cuando Bea dijo: yo voy a saltar a Pescara. Dijimos, si vas tú, vamos todos de excursión. Es un viaje agradable”, explica Javier.
Cada uno con su programa atlético y también con unos días “reservados para hacer turismo”. Y, ya en la pista, llegó ayer la gran alegría con la victoria de la joven, la hija, Bea Viteri, en la prueba de salto con pértiga para mayores de 35 años con 3.40. Debut en el certamen con un triunfo. “Y estuve cerca de batir el récord de Galicia”, explica la pupila de David Gómez. “Me apetecía mucho la experiencia de comenzar en veteranos y ver qué hay en este mundo. Además, a Italia siempre gusta ir. Es un lugar bonito y estar en una competición de este nivel es algo que motiva y hace ilusión. Hay competencia”, relató la deportista.
El trío compite bajo los colores del Samertolameu moañés, pese a vivir en Ourense, ya que “cuando pasamos a la edad máster, buscamos un club que tuviera equipo y no hay en Ourense”, afirma María Esther Bouso, la precursora y madre del trío familiar, además de ser la pionera del grupo. Terminó décimo octava en la prueba de pentatlón de lanzamientos. De hecho, “toda mi vida hice pruebas de fondo”. No obstante, un problema de salud, por el que su cuerpo produce más calcio del habitual, le obligó a cambiar de disciplinas. “Tenía riesgo de lesiones en las articulaciones y, como el atletismo siempre fue mi vida, opté por los lanzamientos. Eso sí, poco puedo lanzar con mi 1,58 de altura y mis 56 kilos. Ellos dos vienen más por competir, yo para pasarlo bien”, relata con un punto de humor, ya que “en dos años pasé de estar en el Campeonato de España de trail a hacer lanzamientos”.
Eso sí, la trayectoria de Esther Bouso es larga en el atletismo, de “más de 44 años”. Después, se unió Javier Viteri que “era portero de balonmano y, en el club, para una competición necesitaban un triplista. Lo metieron a él porque era explosivo”. Después, terminó en los lanzamientos y su turno llegará mañana con el pentatlón. Su llegada al mundo atlético la confirma y, además, añade que “fue a partir de los 36 años, cuando me retiré del balonmano, cuando comencé más en serio. Llegué ya en la edad máster”. Y, en ella, tiene buenos resultados en los últimos años, ya que “todavía hago cuatro o cinco sesiones de entrenamiento a la semana. Voy tres días al gimnasio antes de trabajar y dos más intento ir a la pista. Se pierde esa explosividad, pero intento seguir trabajando la fuerza", expresa.
Como hija del matrimonio, Beatriz Viteri -que debuta esta campaña en máster 35- fue la última en llegar al mundo del atletismo pero no lo haría de forma directa. “Pasé por muchos deportes, como el fútbol, el bádminton o la gimnasia rítmica, en la que duré muy poco porque no era lo mío. Luego, fui al atletismo, que estaban mis padres, pero la pértiga fue totalmente ajena a ellos. Nunca pensaron que iba a hacer eso”, relata. En su caso, pasó por el Centro Galego de Tecnificación Deportiva, después vivió en Vigo y ahora regresó a su territorio natal tras conseguir una plaza de Policía Local en O Carballiño. “Trabajo a turnos al ser policía local y es algo que se complica porque no tengo horario fijo y, por lo tanto, tampoco los puedo tener para entrenar. En Ourense voy cambiando entre la pista al aire libre, la cubierta, el gimnasio y hay días que voy a Vigo para entrenar con David Gómez, que es mi técnico”, relata sobre su día a día.
Precisamente, la carrera de Bea es, en gran medida, la causante de que sus padres continúen en el mundo atlético como máster. “El problema vino de las pértigas. Son unos trastos que no entran en los aviones y en ningún lado. Entonces, nosotros teníamos que transportar las de Bea por media España. Igual ella viajaba en el avión con el club y nosotros por carretera con las pértigas”, expresa Esther Bouso. “Es que además, son muy personales, cada una tiene las suyas por la altura, la dureza…”, añade la madre de la familia Viteri. De esta manera continuaron la vida en el atletismo y, en el caso de la madre de la familia, cambiando el fondo por los lanzamientos. “Algo de técnica sabía de entrenar a niños. Me ponía con ellos y lo hacía para que lo repitieran. Eso sí, poco lanzo, pero me permite seguir en el mundo del atletismo, que es mi vida”, relata. Y entre el deporte y las vacaciones familiares, los Viteri se encuentran en Pescara. Ya hay una medalla y se acumulan los momentos de felicidad para los recuerdos familiares.