mundial júnior de balonmano

"Nuestras estructuras de clubes están anticuadas"

En los últimos años, Urdiales ha ejercido como comentarista en TVE.
photo_camera En los últimos años, Urdiales ha ejercido como comentarista en TVE.
Alberto Urdiales (Santander, 1968) dio su último paso hacia una carrera plagada de éxitos del mismo modo que los Hispanos júnior están haciendo estos días entre Vigo y Pontevedra.

con Mundial de la categoría, saldado con una medalla de plata frente a la Unión Soviética a las orillas del Lérez. Fue hace 30 años. Desde entonces, 142 internacionalidades, dos medallas olímpicas y, sobre todo, el honor de formar parte de una generación que supuso un punto de inflexión en el balonmano español. Hoy sigue trabajando por el juego que ama en la Federación y como comentarista de TVE.

30 años después, de nuevo un Mundial júnior en Pontevedra.
La repercusión que tiene hoy en día no es la misma ni de lejos. Muchísimas selecciones han subido de nivel de una forma espectacular. Francia, la actual campeona, fíjate lo que está sufriendo. Máxima igualdad y veo hasta ocho equipos que pueden ser campeones.

¿Entre ellos España?
Hay muchas expectativas. Esta generación fue subcampeona del mundo juvenil hace dos años. Adolece de falta de presencia física pero con mucho talento. Hay selección para estar en semifinales y luchar por las medallas.

¿Cómo recuerda aquel Mundial?
Como un evento especial. Habíamos conseguido nuestra primera medalla en el 87 y teníamos un gran equipo. Teníamos ganas de ser campeones del mundo. Además, la ciudad de Pontevedra se volcó. Lo recuerdo con muchísimo cariño porque fue muy bonito. 

 Barrufet, Masip, Garralda, Urdangarin, Urdiales. ¡Qué equipo!
Un equipazo. Once jugadores triunfaron en Asobal y siete u ocho fueron internacionales absolutos.

Un punto de inflexión.
El programa 'Objetivo 92' de cara a los Juegos de Barcelona supuso un gran compromiso con el deporte en España. Pudimos trabajar y preparanos bien y cuatro o cinco jugadores de ese equipo fuimos olímpicos en el 92. Una muestra de la calidad que había en el grupo. 
La mayoría de internacionales eran de Asobal en esa época. Hoy es justo al contrario. ¿Qué ha cambiado?
Las circunstancias son distintas. A raíz de la crisis, nuestra Liga ha perdido potencial. Eso nos obliga a reinventarnos. Pero también tiene una contrapartida, que es que nuestros jóvenes disfrutan de muchos minutos en Asobal. Eso hace madurar y tener poso. 

La Liga ha decrecido, pero el talento del balonmano español sigue ahí.
Tenemos una escuela de entrenadores fantástica. Los cuatro equipos de la Final Four de este año tenían técnico español. Las limitaciones en cuanto a potencial físico y económico obliga a que nuestros jugadores sean más inteligentes, más tácticos y más colectivos. El talento y el gen competitivo permite a España competir contra rivales más altos y más pesados y le hace ser aspirante a todo y, muchas veces, ganadora.

Usted ha vivido el balonmano como jugador, técnico, dirigente y ahora coordinador en la Federación.
Los protagonistas son los jugadores y los entrenadores. Pero no pueden sobrevivir sin una estructura detrás. Hay que ser empático para ver las necesidades de cada una de las partes, comprender los problemas e intentar mejorar. 

Y también como comentarista.
Es un rol más. Intentas ser lo más respetuoso posible con lo que sucede en la pista y, sobre todo, explicar a los que saben menos por qué suceden las cosas. No se trata de dar un máster, ni mucho menos, pero sí acercar de forma concisa y clara las poquitas cosas que en todos estos años he aprendido y puedo aportarle al espectador.

Hablaba antes del gran apoyo de la afición en el 89. Seguramente ese sea el gran lunar de este Mundial.
Las cosas han cambiado diametralmente. Hoy se pueden ver por streaming todos los partidos y recibir información puntual al minuto. Esta oferta va en contra de la afluencia de público. Y no solo en nuestro deporte, sino en todos. Y luego, es muy difícil atraer al público de casa para que se gaste un dinero en partidos que no son los de la selección española. Es un lunar difícil de solventar.

En Vigo y su área el balonmano era religión a finales de los 90 y en la actualidad ha decaído bastante.
La afición sigue ahí. Están cambiando los tiempos y también la forma de ver y entender el deporte. Cada vez es más complicado traer gente. Pero, al mismo tiempo, cada año hay más niños jugando y la salud es muy buena.

¿Cómo se puede mejorar?
Nuestras estructuras de clubes están un poquito anticuadas. Nos faltan recursos humanos y económicos para hacer buenas campañas de fidelización y darle más al espectador, que cada vez demanda más cosas. Esta falta de profesionalización lastra un poco.

Da pena la desaparición de varios clubes en los últimos años. El siguiente podría ser el Octavio.
Yo he sufrido la gran tristeza de que han desaparecido los tres equipos en los que he jugado: Atlético de Madrid, Teka y Portland San Antonio. Con los tres gané títulos. Pero hay que adaptarse a las situaciones económicas y algunos clubes no han sabido o han vivido por encima de sus posibilidades y lo han pagado cuando apareció la crisis.

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