ascenso a segunda

Los niños que emigraron para ser hombres

La plantilla del que hasta este año era el mejor equipo juvenil de División de Honor de la historia del Celta posa justo antes de una Copa de Campeones                      en la que perdieron en la final contra el Sevilla en el estadio de Balaídos.
photo_camera La plantilla del que hasta este año era el mejor equipo juvenil de División de Honor de la historia del Celta posa justo antes de una Copa de Campeones en la que perdieron en la final contra el Sevilla en el estadio de Balaídos.

Goldar, Yelko, Fernán y Samu Araújo están jugando el play-off de ascenso a Segunda lejos de casa seis años después de ser subcampeones de España con el Celta juvenil

Decía Castelao en una de sus populares viñetas que "en Galicia non se pide nada, emígrase". Así ha sido desde hace más de cien años. Así sigue siendo. Sudamérica primero y el centro de Europa después acogieron a los gallegos obligados a buscarse el pan lejos de casa. Ahora, con la globalización, cualquier parte del mundo es destino. Y no es distinto en el fútbol. En 2013, el equipo juvenil del Celta, dirigido por David de Dios, fue subcampeón de España en una Copa de Campeones celebrada en Vigo. Y hasta que el actual conjunto de Jorge Cuesta le superó, era la mejor escuadra juvenil de la historia céltica. Seis años después, solo uno sigue en el club –David Costas–  y muchos de ellos han tenido que ser emigrantes del siglo XXI para cumplir su sueño.
David Goldar (Portas, 1994) era el capitán de aquel equipo. Puro carácter. La pareja que formaba con Costas sostenía un organigrama lleno de armamento ofensivo. El escudo en medio de los cañones. "Fue un año inolvidable. Por aquel entonces no lo aprecias, pero con el paso del tiempo lo valoras mucho", destaca el zaguero, que llegó a debutar en Primera con el Celta ante Osasuna con Luis Enrique y repitió experiencia con Berizzo frente al Rayo. Tras probar suerte en Ponferrada y Pontevedra, este curso recaló en el Cornellà, con el que ha finalizado cuarto del grupo 3. Al play-off: "Es un club muy familiar, pero también muy profesional. Estoy muy contento".
El niño bonito de aquella generación era Yelko Pino (Vigo, 1996). El pequeño dentro de los pequeños –era de primer año–. Sorprendía que un cuerpo tan menudo pudiese albergar tanto talento. Seguramente por eso surgieron las prisas, que nunca son buenas. Yelko se fue del Celta hacia Inglaterra y después regresó para intentarlo en León, Lugo y Ponferrada. "Estuve en tantos sitios", desliza. Solo tiene 22 años. Su empeño en transformar su enorme calidad en fútbol de élite pasa ahora por el Atlético Baleares, con el que ha quedado campeón del grupo 3. "Tenemos mucha ilusión por ascender", comentaba horas antes de afrontar la eliminatoria frente al Racing de Santander. Lo hace con un discurso maduro, que diluye en el olvido tiempos pasados, solo en mente para aprender de ellos. "Fue un año muy bonito. Teníamos un gran equipo", apunta sobre 2013.
Fernán Ferreiroa (Nigrán, 1995) también entra en el cupo de pequeños grandes talentos de aquella escuadra de David de Dios. Su caso evidencia que, a veces, hay que irse para que surja el 'click'. Tras un paso infructuoso por el Choco, Fernán se fue a Segovia como "última bala". Funcionó. "Cuando te ponen unas expectativas altas es difícil ver que no se cumplen. Cualquier jugador necesita confianza", dice. Y allí, junto al acueducto, la encontró. Su explosión guió a la Segoviana hacia Segunda B y después de brillar en bronce, fichó por el Barakaldo, con el que disputará la fase de ascenso a Segunda tras acabar cuarto. Una forma perfecta de cerrar el círculo que inició aquel juvenil. "Uno de los mejores años de mi vida", rememora.
Samu Araújo (Vigo, 1995) es el cuarto representante de la generación de De Dios que va a pelear por el ascenso a Segunda. Y el único en hacerlo desde el grupo 1, el de los gallegos. Su Atlético B, tercero, pasó por O Vao y por Bouzas este año. Y por Barreiro. Un campo que conoce bien y por el que muchas veces corrió la banda izquierda. Pudo hacerlo también en Balaídos como suplente de Jonny, pero prefirió salir al Barça B para acumular minutos en Segunda. No tuvo suerte y este año firmó por el filial de otro grande donde, esta vez sí, ha sido importante.
Cuatro excompañeros, cuatro caminos distintos y un mismo destino: el play-off. Y la emigración. Por unas u otras causas, todos tuvieron que irse a buscar las habichuelas alén del Padornelo. Y todos coinciden en que la emigración forja el carácter. "Es un cambio. Te vas de una cantera tan buena como la del Celta y conoces otros lugares. Conoces la categoría. Son experiencias necesarias, que te ayudan a crecer", reflexiona Goldar. Yelko va en la misma línea y añade: "Cada día aprendes cosas de todo el mundo". Fernán va más allá todavía, en un vistazo atrás a modo de introspección: "Hasta que no me fui de casa era un niño. No valoras lo que tienes. Es verdad que al salir te pegas la hostia, pero una vez te centras, todo va mejor. Y cuando maduras fuera del campo, también lo haces dentro. Después de haber peleado tanto en Tercera, cada partido de Segunda B que juego es un regalo para mí".
Porque esa es la vida del emigrante. Alcanzar una nueva concepción de uno mismo lejos de lo que más quieres. Crecer. En fútbol, más todavía. Solo hay un puñado de plazas para una montaña de talento. Con el poso que dan las vivencias, todos coinciden en que es ley de este deporte. Ley de vida. "Pude disfrutar del filial pero me faltaron oportunidades en el primer equipo. Es difícil que tantos lleguen", expresa Yelko, que sigue soñando con alcanzar la playa de Primera. "Somos jóvenes. Aún tenemos margen", agrega, al tiempo que Goldar lanza su propia reflexión: "El que crea que no se equivoca, no mejora en nada. Pero los pasos que di en su momento creí que eran correctos. No se vive de lo que pudo ser". En la misma línea está Fernán, que responde con un fino halo de melancolía: "No vas a jugar por cualquiera como por el Celta. Es tu equipo. Tu sueño. Pero fuera me he demostrado que puedo llegar. Quiero seguir subiendo escalones". Un pensamiento que resume la vida de estos muchachos. Entre la ilusión por crecer y la morriña por tener que hacerlo lejos de casa. La vida que han elegido. La vida del emigrante. n

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