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En ningún sitio como en casa

Tras dos días de recuperación por el jet-lag, la tenista viguesa ya trabaja en casa para tratar de mantener al máximo posible la forma fisica.
photo_camera Tras dos días de recuperación por el jet-lag, la tenista viguesa ya trabaja en casa para tratar de mantener al máximo posible la forma fisica.
La tenista viguesa Carla del Barrio ha regresado de Estados Unidos para pasar en su domicilio la crisis del coronavirus
Carla del Barrio inició a finales del pasado verano su propio sueño americano. La viguesa se matriculó en la Universidad de Nevada, Reno, para estudiar el doble grado de 'International Business with finace' -una especie de escuela de negocios-. Pudo hacerlo gracias a una beca deportiva de tenis, que le permitió cruzar el charco y dar un paso más hacia el profesionalismo. Ese camino -como tantos otros- sufrió un abrupto frenazo por culpa de la pandemia del coronavirus, que llegó a Estados Unidos para suspender la competición universitaria así como las clases. Del Barrio no se lo pensó y en cuanto tuvo autorización regresó a Vigo para pasar el mal trago en casa con sus padres.
No fue del todo fácil. El jueves 12 se precipitaron los acontecimientos. Primero, suspensión temporal de la competición y los entrenos. Luego, definitiva. Mismo proceso con las clases, que finalmente pasaron a ser 'on-line'. "Veía que la cosa en España se estaba poniendo mal y no me quería quedar allí porque tenía miedo de que luego no dejasen volver", explica, ya al calor de su hogar, la tenista viguesa, todavía con el jet-lag en su maleta. Comenzó entonces un ida y vuelta constante por la universidad, en el que en una puerta le decían que podía viajar y en otra no. "Era todo muy contradictorio", rememora. Finalmente tuvo la confirmación de que, aunque en lo que queda de curso las clases volvieran a ser presenciales, ella podría completarlas de forma 'on-line'. Adelante, pues.
Como en una escalera, el retorno de Del Barrio se convirtió en una sucesión de peldaños. El siguiente era comprar los vuelos en medio del caos provocado por la pandemia. Reno-San Francisco-Frankfurt-Oporto. "Mi padre estuvo hábil al no coger escala en Madrid", reconoce Carla, que confiesa que para que pudieran ir a buscarla al Sá Carneiro, tuvieron que enseñar "hasta el libro de familia" en la frontera.
Los sentimientos fluían, se mezclaban, antes de regresar. Por una parte, las ganas de pasar por esto cerca de la familia y en casa, la esperanza de "volver a trabajar con mis entrenadores" cuando pase el Estado de Alarma y también "poder comer bien", algo difícil en Estados Unidos. "Pero por otra parte, contaba pasar cinco meses con algunas compañeras y en dos días me las quitaron", comenta con nostalgia de lo que ya no podrá vivir.
"Fue difícil decir adiós", profundiza Del Barrio al pensar en compañeras que se van de la universidad. "Se convierten en tu familia", agrega la viguesa, que acaba de comenzar la conferencia. Por este motivo, la NCAA ha decidido otorgar una temporada más a todos sus deportistas. "El curso que viene volveré a ser de primer año", explica.
Pero antes de viajar había que pasar el fin de semana. Las instrucciones eran claras: cuarentena casi total en la habitación para evitar contagiarse y tener problemas en los aeropuertos. "Es que imagínate que lío", comenta entre risas, con la tranquilidad de estar ya en casa. La única salida que Carla se permitió fue ir al supermercado. "No había agua", recuerda. "Bueno, ni tampoco papel higiénico", comenta mientras suelta una carcajada. La histeria colectiva es parecida en todas partes."Debían  de pensar que iban a morir todos. Demasiado exagerado", reflexiona. 
Tras pasar el fin de semana encerrada en su cuarto, Carla emprendió el viaje de vuelta a casa."No había guantes ni mascarillas por todo Reno", recuerda la viguesa, que encontró unos buenos samaritanos en unos trabajadores que le regalaron unos guantes. "Por la mascarilla me clavaron 20 dólares en San Francisco", apunta molesta. 
Pero todo pasa. Pasó la angustia del viaje y pasará también la de la pandemia. La esperanza siempre renace. Carla entrena en casa "con mucha paciencia". Cuando pase, volverá a la pista. Porque no se le ha olvidado jugar al tenis, igual que tampoco olvidará nunca su primer año como universitaria. El año del coronavirus.n

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