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La necesidad hizo revivir Balaídos

El partido ante el Villarreal marcó el punto de inflexión deportivo y en cuanto a asistencia a Balaídos tras las medidas adoptadas por el club de bajar precios y repartir invitaciones.
photo_camera El partido ante el Villarreal marcó el punto de inflexión deportivo y en cuanto a asistencia a Balaídos tras las medidas adoptadas por el club de bajar precios y repartir invitaciones.

La asistencia media al estadio creció respecto a la pasada temporada tras más de un lustro de continua caída

Había una cierta sensación de desapego que iba en aumento. Mientras el equipo se mantenía en Primera División sin apuros en las campañas previas, la asistencia de público a Balaídos iba en claro descenso y la de abonados se aletargaba hasta el punto de que Carlos Mouriño, presidente celeste, llegó a afirmar que desde el club consideraban que se había llegado al tope de lo que podía dar Vigo. Tuvo que llegar el drama de la posibilidad real del descenso para que la cifra media de espectadores en el recinto municipal repuntase tras más de un lustro de caída.


Según los datos de asistencia que ofrecen los propios clubes y la Liga, en la temporada que se cerró hace nueve días la media de espectadores en los encuentros ligueros en Balaídos fue de 17.603. Nada espectacular, bien es cierto, pero teniendo en cuenta de donde se venía, todo suma.
Porque en las dos anteriores temporadas –la última de Eduardo Berizzo y la de Juan Carlos Unzué– se había bajado de los 17.000. Por poco en la primera de ellas (16.903) –mediatizada, por cierto, por las mejores asistencias en Copa del Rey y Liga Europa– y por mucho ya en la pasada (16.156). Muy lejos quedan los 18.205 del curso de clasificación para la competición europea o los 19.222 de la primera experiencia de Berizzo en el banquillo celeste.
Y lo cierto es que el devenir de la actual temporada era similar al de las anteriores. Acuciado por partidos entre semana y un devenir deportivo rácano del equipo, el estadio tuvo hasta ocho entradas por debajo de los 16.000 espectadores, tres de ellas por debajo de 15.000. Ante el Leganés, a golpe de viernes, se vivió la entrada más baja del curso con 15.134 personas.
La revolución llegó en las cinco últimas jornadas en casa. Hasta entonces, en los 14 encuentros previos, la media era de 16.210 espectadores. Pero el club le vio las orejas al lobo y tiró de facilidades: una invitación por abonado y entradas a bajo precio. Desde la visita del Villarreal y para el resto excepto la del Barça. Y el celtismo respondió. Una media de 21.501 personas en esa recta final –con el tope del curso en los 22.519 del Barcelona– para romper tendencia.n

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