CELTA

A Madroa, un hogar de 30 años

A Madroa fue mejorando sus instalaciones con el paso de los años, especialmente con el cambio de siglo.
photo_camera A Madroa fue mejorando sus instalaciones con el paso de los años, especialmente con el cambio de siglo.
El primer equipo del Celta estrenó su actual ciudad deportiva hace tres décadas y ahora planea abandonarla
Hace poco más de tres décadas, el por entonces alcalde de Vigo, Manoel Soto, hacía entrega de las llaves de A Madroa al presidente del Celta, José Luis Rivadulla. Era un acto simbólico porque las instalaciones eran –y son– de titularidad municipal y porque el traslado real del primer equipo al nuevo campo de hierba natural y a los nuevos vestuarios todavía se retrasaría algún tiempo más. Pero fue entonces cuando el conjunto vigués por fin disponía de un hogar para su día a día y dejaba de ir recorriendo todos los campos del área para sus entrenamientos. Hoy, 30 años después, la situación se repite, con la idea del consejo céltico de mudar al equipo a la nueva ciudad deportiva de Mos en cuanto sea posible.
Porque este tipo de partos nunca son sencillos. Si no, que se lo pregunten al mentado José Luis Rivadulla, que dejó el cargo mes y medio después del mentado acto de entrega de llaves. Fue el propio Rivadulla el que en enero de 1983, más de siete años antes del traslado, encabezó la compra de un solar de 60.000 metros cuadrados en el monte de A Madroa con el fin de construir una ciudad deportiva.
La construcción, de por sí, ya sufrió muchos problemas, con la asociación de vecinos en contra. Hubo meses de parón mientras se buscaba un acuerdo tras haberse producido diversos incidentes. Finalmente, se llegó a un acuerdo y se pudieron retomar las obras.
Sin embargo, los problemas económicos del club provocaron que el Concello de Vigo acudiese al rescate en 1987 para comprar dichas instalaciones a cambio de 56 millones de pesetas, aunque con un convenio por el que el uso y disfrute correspondería al Celta. A partir de ahí, fue el consistorio el que se tuvo que hacer cargo de las obras para que el Celta 90/91, en Segunda y convulso con tres presidentes en cuestión de cinco meses, pudiese estrenar hogar. Ahora, prepara su adiós.n 

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