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Madres únicas e irrepetibles

La primera línea Andrea Dapena, con su hija, en el pabellón Municipal de O Porriño.
photo_camera La primera línea Andrea Dapena, con su hija, en el pabellón Municipal de O Porriño.
Andrea Dapena se retira y Lucía Vázquez lo medita tras un curso siendo madres y deportistas

Compaginar maternidad con la práctica de un deporte de equipo a cierto nivel no es en absoluto sencillo. Y aún menos teniendo que compaginar ya el deporte con otra actividad profesional o académica. De hecho, en todo el área viguesa, apenas se encuentran dos casos entre los deportes con algún conjunto femenino en las tres primeras categorías: en el baloncesto, nadie; en el fútbol, nadie; y en el balonmano, dos valientes: Andrea Dapena en el Conservas Orbe Porriño de División de Honor y Lucía Vázquez en la SAR Rodavigo de División de Honor Plata.
Una temporada como jugadora, madre y profesora. Andrea Dapena vivió meses de auténtico ajetreo tras decidir regresar al balonmano tras la maternidad el pasado verano. Un "corre, corre" constante para la deportista que no tendrá continuidad. "Me rindo. Se juntó lo de la niña y que fue un año horrible a nivel deportivo", admite. Con su retirada, se perderá a la única madre deportista que milita en la máxima categoría de cualquier disciplina de equipo en el área de Vigo. 
Esta es la decisión, pero el camino llevó momentos de satisfacción personal y también completar una campaña plagada de retos: "Soy muy cabezona", admite la jugadora de O Rosal del Balonmano Porriño. La primera línea explica que, a nivel físico, "me costó mucho al principio. Decía, ¿dónde me metí? Siempre tuve mucha suerte con las lesiones porque apenas sufrí, pero al principio de temporada se me hinchaban las piernas y los pies, no era capaz de terminar algunos entrenamientos. Me veía que no iba a poder, pero a medida que fue pasando el tiempo, mucho mejor. Eso sí, estaba cansada, pero por el ritmo de vida que llevaba". 
Por la mañana, Andrea Dapena madrugaba para acudir a O Rosal, donde ejerce de profesora. Después, "llegaba a casa y entre que como y todo, me daban casi las cinco y ya tenía que pillar a la niña para ir a la piscina o así. Es el tiempo que estaba con ella porque, después, a la noche ya iba a entrenar y, al volver, ella estaba dormida", indica. Esa rutina se interrumpía por momentos cuando "se despertaba en plena noche. Es muy buena, pero iba por fases. Cuando empecé a trabajar, ella empezó a dormir mal. Se despertaba todas las noches y, claro, entre ir a trabajar casi sin dormir, después ya te ponías con ella y a entrenar. Ahora duerme mejor, pero es duro, dan mucho trabajo". 
Una situación extraordinaria al ser la única madre en los equipos sénior del Balonmano Porriño, que tiene un conjunto en Plata. "Las compañeras de equipo me preguntaban siempre. Además, la niña iba mucho por el pabellón. Siempre que podíamos. Y, muchas veces, me decían: no sé cómo puedes hacerlo. Es tener capacidad de sacrificio y que te guste el balonmano. La temporada fue durilla", explica la jugadora. De hecho, admite que "compaginarlo todo es muy díficil. Si aún te dedicas sólo al balonmano, puede ser. Pero también trabajando, se hace complicado". Por este motivo, si alguna de sus compañeras le pide consejo, le diría que "se lo piense muy bien porque es muy duro. Debes tener mucha capacidad de sacrificio para poder hacerlo y tener a gente a tu lado que te ayude. Mi marido trabaja y también juega y, para poder hacerlo, tuve mucha ayuda de la familia. Si no llega a ser así, es imposible. Y hay mucha gente que no tiene esta ayuda". 
A las situaciones extradeportivas es preciso añadir también las de amor por el juego para volver a la pista tras la maternidad. "Tiene que gustarte mucho el balonmano y también apetecerte mucho volver al deporte. Si tienes alguna duda, ya te digo que no lo sacas adelante", expresa Andrea Dapena.
La rosaleira sacó adelante la temporada con mucho trabajo y "capacidad de sacrificio" porque los "niños de pequeños requieren mucha atención". Eso sí, a la jugadora le quedarán momentos únicos, como volver a disputar una temporada más con su herman Alba, algo que no vivía desde 2016, y hacerlo con su hija cerca en la grada porque "estuvo en todos los partidos". 
El Conservas Orbe Porriño, si no hay un giro inesperado de los acontecimiento, seguirá en División de Honor. Será sin Andrea Dapena porque "dejo paso a las jóvenes, que hay muchas en el club y tienen que ponerse las pilas. No las veo tan sacrificadas como a las de nuestra generación".

Lucía Vázquez, madre y portera
Andrea Dapena es la única madre entre los equipos de máxima categoría. Pero también dentro del balonmano, la SAR Rodavigo, de División de Honor Plata, cuenta con la portera Lucía Vázquez Novoa, que regresó el pasado mes de noviembre a la competición tras ser madre. Estuvo sólo doce meses alejada de las pistas y regresó lo más rápido posible. Ahora, a los 30 años y con un trabajo al que atender, medita si continuar una temporada más en la portería del conjunto redondelano. Y es que compaginar deporte y maternidad todavía es algo excepcional.n

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