ENTREVISTA | Voleibol

Ale del Burgo: "Me di cuenta de lo feliz que soy jugando a voleibol"

Del Burgo posa en A Riouxa con su trofeo MVP de la Copa de la Reina.
photo_camera Del Burgo posa en A Riouxa con su trofeo MVP de la Copa de la Reina.

Un muro muy alto se alza sobre mí. ¿Cómo será el otro lado? Es algo que nunca podré ver por mí mismo. Pero, si no estoy solo…". La reflexión del protagonista de 'Haikyuu', serie que narra las andanzas de un equipo de voleibol, es la esencia misma de este deporte. Y Ale del Burgo (Vigo, 1995) lo sabe bien porque está perdidamente enamorada de este juego. La mejor colocadora de la Liga. La jugadora más colectiva de la disciplina más colectiva. Ahora, tras una temporada histórica en Alcobendas -campeona de Copa y MVP y subcampeona de Liga-, salta al profesionalismo en el Olímpico grancanario que le arrebató la gloria liguera. Una nueva vida, pero siempre con su viejo amor.

¿Una colocación es la obra de una artista o de una máquina?
Uhm (se lo piensa). La parte previa, que requiere un pensamiento innato, es más de una artista. La ejecución, que debe ser lo más estable posible, más de una máquina.

Pero una máquina no se pasa el partido pensando cómo engañar al bloqueo o qué colocación es mejor.
(Se ríe). Dejémoslo en un 70% de arte y un 30% de ingeniería.

¿Es consciente de la hiperactividad cerebral que bulle en ese instante?
Antes de iniciar la jugada sí que pienso donde está cada una y el momento del partido. Es innato. Pero con la experiencia vas aprendiendo cuál es la mejor opción. No puedes llevar una idea predefinida antes de colocar porque como te caiga mal la bola, ya te cruzas.

Hablando de experiencia, ¿cuánto tiempo lleva conocer bien los gustos de sus rematadoras?
Es difícil. No creo que sea cuestión de tiempo, pero yo llevaba nueve años en Alcobendas, que es mucho. Sabía lo que querían las más veteranas y adaptaba a las nuevas.

Lo digo porque ahora empieza una nueva etapa en el Olímpico.
Más adelante ya te diré cuánto necesito entonces. Conozco a algunas de la selección, pero ya hace mucho. Espero que me dé tiempo en la pretemporada, pero siempre habrá estragos de desconexión. Siempre pasa.

Todo tras la mejor temporada de la historia Alcobendas.
Formamos un grupo impresionante. Fuera de la pista teníamos muy buen rollo y dentro se reflejaba. Sobre todo en los momentos clave, donde la confianza mutua es tan importante. Ha sido increíble poder coincidir con estas jugadoras.

¿También ha sido la mejor a nivel individual de su carrera?
Creo que sí. Hice click. Sobre todo en madurez. Me di cuenta de lo feliz que soy jugando a voleibol. Cada día lo disfruto más. Hubo una época en la que quizá no estaba del todo convencida. Pero ahora, todo lo que sucede dentro de la pista me parece ilusionante y me ha hecho estar siempre al 100%.

Ya de vacaciones y viéndolo con perspectiva, ¿pesa más ganar la Copa o perder la Liga?
Creo que me quedo con la final de la Liga porque fue la última competición. La alegría de ganar es inexplicable porque es por lo que peleas cada día. Pero como hicimos tanta amistad, me quedo con eso porque disfrutamos a muerte. Saboreamos cada punto porque sabíamos que iba a ser la última temporada juntas.

¿Tenía claro que se iba?
No lo sabía a ciencia cierta. Pero una amiga mía me dijo: "Oye, igual es tu último partido en Alcobendas. No vayas a llorar, eh". No porque ella lo supiese, que ni yo misma lo sabía. Pero empezaba a preguntarme a mí misma cuándo me iba a ir. Tenía la necesidad de demostrarme qué puedo llegar a hacer. Además, sabía que muchas compañeras no se iban a quedar, así que siempre fue una opción marcharme.

Se fue de su casa siendo niña y tras una década construyendo una nueva casa, la historia se repite. 
Cuando llega el momento en que te lo planteas, no sé por qué, pero lo tienes claro. Por muchas vueltas que le des, tú ya sabes lo que quieres. Pero es verdad que es muy triste porque pesa mucho la estabilidad que tenía en Madrid.

¿Le da miedo?
Sí. Como a cualquiera en un primer día de trabajo. Da vértigo, pero es mayor la ilusión. El amor por el voleibol me impulsa a tener otras metas y a seguir aprendiendo.

Una de esas metas, ser profesional.
Es una opción que pesa tanto como para que cambie mi vida completamente. Competir en Champions, seguir en una liga que conozco y que me pude servir de transición por si me quiero ir un año al extranjero, adaptarme a jugadoras y entrenador. Todo es nuevo. 

De nuevo a viejo: ¿qué hay de la  vuelta a la selección en el Europeo?
He dejado el trabajo para irme al Olímpico y eso facilita la posibilidad de volver. Estoy a la espera de la lista para ver si voy. Tengo muchísimas ganas y mucha ilusión. Aparte en un Campeonato de Europa, que es un sueño para cualquiera. Me haría muy feliz medirme a jugadoras de ese nivel y aportar lo que pueda al equipo.

¿Se imagina al mejor colocador de la liga renunciando a la selección por su trabajo? Es más, ¿se imagina que el mejor colocador de la liga tenga un trabajo?
Si tuviéramos las mismas horas de entrenamiento, instalaciones y médicos que los hombres, seríamos mejores. Poco a poco, tiramos para arriba y conseguimos resultados. Es triste que pase. Claro que es injusto. Pero tenemos que seguir para que esto cambie. Hay que avanzar.

¿Pero cuánto?
Estamos muy lejos. Aparte del salto de género, tenemos el hándicap de ser minoritarios. Se juntan las dos cosas. En clubes, los presupuestos masculinos son superiores, pero en selecciones están igualados.

No hablaba solo de deporte.
Ya... La educación es fundamental. La gente está cada vez más mentalizada de que esta desigualdad existe. Eso ya es algo. Tenemos que mejorar, pero no sé cuánto tiempo llevará. Quizá lo vivamos o quizá no.

En ese camino, es importante que las jóvenes tengan referentes. ¿Alguna vez le ha dicho alguna niña que juega a voleibol porque quiere ser como usted?

Uf (traga saliva). Sí, sí que he tenido esa suerte. Varias veces. Es un honor y algo súper bonito. 

Y que genera responsabilidad.
Mucha. Que una niña se fije en ti impresiona. Da vértigo saber que estará pendiente de todo lo que hagas. Pero creo que las jugadoras somos fáciles de seguir. Que si quieren una camiseta, una foto, un autógrafo, vamos a estar ahí. La cercanía que da nuestro deporte es muy guay. Y a mí me ha pasado porque era súper friki del Xuvenil de Teis, iba a todos los partidos y estaba de recogepelotas. Y que espejos como aquellas jugadoras me dieran una mínima atención, era una gran ilusión. Nuestro deber ahora es devolvérsela a las pequeñas porque es importante tener referentes femeninos.

Para que niñas de Teis no se tengan que ir de su casa con 14 años.
Eso es trascendental: que tengamos un equipo de nivel para que ellas mantengan la ilusión de llegar ahí. A mí me motivaba ver a las mayores del Xuvenil. Quería ser como ellas. Tener que irte de casa para conseguirlo hace que aprendas mucho, pero es un sacrificio que no es necesario siendo tan pequeña como era yo. El club está trabajando muy bien la cantera, pero ahora hay que lograr estabilidad con el primer equipo para que sirva de ejemplo.

Y de las niñas que sueñan ser Ale del Burgo a lo que le queda por soñar a Ale del Burgo.
Pues alcanzar mi máximo nivel y seguir aprendiendo. Conseguir metas. No solo títulos, que también. Pero, sobre todo, ser más estable. En la liga española, en el extranjero en el futuro y en la selección si consigo volver. Mi sueño es mantener la ilusión que tengo por seguir colocando bolas, por ser un poquito mejor cada día y por que nunca se acabe este amor que siento por el voleibol.

Te puede interesar