El Louro se consquista remontando el Miño

Mica Casasola, del Porriño, trata de lanzar ante Naza Calzado, en un tipo de acción que provocó numerosos siete                     metros para las locales. 

JV LANDÍN
photo_camera Mica Casasola, del Porriño, trata de lanzar ante Naza Calzado, en un tipo de acción que provocó numerosos siete metros para las locales. JV LANDÍN
El Guardés se llevó el derbi en la pista del Porriño tras ir a remolque durante tres cuartos de partido y remontar en un final de infarto

Dicen que cada cultura tiene sus cosas. La de los vikingos consistía, entre otras cuestiones, en divertirse asaltando y saqueando poblaciones ajenas. Sobre gustos no hay nada escrito. Llegaron lejos haciéndolo. Tanto metafórica como literalmente. Pero, como casi cualquier actividad, los comienzos versan sobre la cercanía. Primero el vecino de al lado, luego el de más allá y así hasta, según creen varios historiadores, cruzar el Atlántico. Antes de soñar con la Copa de la Reina o con volver a Europa, el Guardés regresó ayer a ese principio. A ese kilómetro cero. O 40. Que son los que separan A Guarda de Porriño. Desde la desembocadura del río Miño remó el equipo de Prades hasta remontar el Louro. Allí sufrió como nunca.  Pero ganó, como casi siempre. 

Y es que hace mucho que el equipo rojo no logra una victoria en un derbi liguero. Ayer la rozó. Hasta la paladeó. Quitando los cinco minutos iniciales, fue por delante durante tres cuartas parte del encuentro. Defensa férrea, agresividad para atacar los espacios y obtener numerosos lanzamientos de siete metros y, sobre todo, una Estela Carrera estratosférica entre las maderas. Descomunal. La portera alicantina se exhibió ante su exequipo con una actuación mayúscula.

Desde ahí cimentó el equipo rojo su superioridad en la primera mitad. Tras un 1-3 de salida del Guardés, las de A Louriña se pusieron manos a la obra para irse tres arriba al descanso (12-9). 

Las jugadoras visitantes tuvieron muchas pérdidas. Erráticas. Atrás, poco expeditivas. Sempere, titular ayer, sacó varios balones. Y Carratú, que advirtió de la que liaría después, detuvo dos penaltis. 

El viento empezó a virar en la segunda parte y la embarcación guardesa encontró la forma de avanzar. Isma Martínez apenas rotaba y el cansancio empezó a nublar el juicio de las locales. El cambio a defensa 5:1 ordenado por Prades terminó de dar la vuelta a la tortilla. A partir de ahí llegó la exhibición de Carratú y la caída del muro de Carrera por pura insistencia visitante.

En los compases finales, el Mecalia manejó mejor los nervios. Dos buenas defensas seguidas apuntaron. Carla Gómez disparó. El tanto de la pivote catalana sentenció el partido. Las vikingas guardesas remontaron el Miño. Conquistaron el Louro. 

“Es un palo porque lo hicimos todo para ganar”

Isma Martínez no podía ocultar su decepción al término el encuentro. “Hicimos todo para llevarnos los dos puntos. Tenían que haberse quedado en casa y, al final, se van”, lamentó el técnico del Conservas Orbe Rubensa Porriño. “Están jodidas”, reconocía sobre sus jugadoras tras caer derrotadas ante su enemigo más íntimo.

“La lectura es sencilla: sabíamos que el partido se iba a decidir en los siete metros y las desigualdades numéricas y así fue”, expresó Martínez. “Fallando cinco lanzamientos de siete metros es muy difícil ganar un partido”, lamentó a continuación el técnico del Porriño, que, no obstante, no dudó en alabar el buen trabajo de sus pupilas: “Estoy muy contento por ellas, pero fastidiado porque no hayan logrado el premio a su esfuerzo”.

El técnico local reconoció que la defensa 5:1 del Guardés en la segunda parte incomodó a su equipo. “Tenía una rotación preparada, pero no pude hacerla porque contra esa defensa no va tan bien”, confesó. Por ese motivo, muchas jugadoras se cargaron de minutos “Nos faltó un poquito de aire”, apuntó. 

Y sobre el espectáculo en la grada del Municipal, se mostró rotundo: “El que gana es el balonmano gallego. Es un partodo de los que hacen afición. Ojalá sirva para que muchas niñas se animen a jugar”.


“El equipo se puso el mono de trabajo”

Más que contento, aliviado. Así traslucía el estado de ánimo de José Ignacio Prades a través de su voz con un final agónico que, esta vez sí, cayó del lado de su equipo. “Las chicas supieron gestionar los últimos minutos”, destacó el alicantino. “No fue un partido brillante pero el equipo se puso el mono de trabajo en la segunda parte y encajó solo ocho goles. Al esfuerzo y al sacrificio no le podemos poner ningún pero”, añadió.

El también seleccionador español puso en valor el trabajo defensivo de sus pupilas -"fue exigente y responsable", dijo- y el de sus porteras, aunque siempre enfocado en el desempeño colectivo. “Es más sencillo que la portería tenga buenos números cuando las seis que se ponen delante ofrecen un rendimiento alto”, promulgó Prades, que aludió al cambio a 5:1 en la segunda mitad como un factor clave en el desenlace del encuentro. “Nos ayudó a ponerle oposición al ataque del Porriño, que estaba siendo peligroso”, explicó.

Y sobre el ambientazo vivido en el Municipal, el técnico del Guardés se mostró eufórico. “Una gozada”, proclamó, antes de hacer un guiño a su volcánica afición. “Nos ha echado un cable cuando más lo necesitábamos. No digo que lo vivimos como si fuera A Sangriña, pero casi, casi", concluyó. 

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