ULTRATRAIL

Una locura solidaria


El redondelano José Antonio Figueroa inicia el jueves una ruta de 330 kilómetros por Tarragona junto al catalán Óscar Griñó para recaudar fondos destinados a Bicos de Papel

A punto de comenzar una particular ‘salvajada’ solidaria de 330 kilómetros por la provincia de Tarragona. El redondelano José Antonio Figueroa y el catalán Óscar Griñó tiene previsto iniciar el jueves una ruta de carrera por montaña de más de 330 kilómetros por la provincia de Tarragona.

La motivación es recaudar fondos para la asociación viguesa Bicos de Papel y el hospital catalán Sant Joan de Deu. “La iniciativa aparece tras diagnosticar la leucemia a mi hijo en enero de 2020. Tras el tratamiento hospitalario y comenzar el de hospital de día, surgió la idea a mi esposa de recaudar fondos para ayudar a las familias que más lo necesitan”, explica Figueroa.

Habla con Óscar Griñó, deportista catalán que conoce de coincidir en carreras internacionales, y “me dice de hacer algo para nosotros. Por suerte, no lo necesitamos, pero sí Bicos de Papel, que hacen una gran labor en Vigo”, describe.

Ambos corredores diseñaron el desafío Ruta de los Puertos del Beceite al Montsant. “Los dos somos unos enamorados de la montaña, de hacer kilómetros y pasar horas solos en el monte. Y surgió esa opción de unir tres carreras de Tarragona y, con la suma de todas salen 330 kilómetros. Nos los vamos a comer entre los dos y toda la gente que se quiera unir. Los que quieran venir que vengan y los que no puedan y quieran hacer una donación, adelante”, explica Figueroa. 

Este es el primer reto, pero habrá un segundo en territorio gallego en 2022. En este caso, será el redondelano el anfitrión y Griñó el visitante. La causa, la misma, ayudar a las dos entidades que trabajan con el cáncer infantil. Y, para ello, José Antonio Figueroa ya está dando vueltas a la iniciativa.

Quiero pasar por las cuatro provincias y terminar en Vigo”, expresa. “Igual ponemos bicicletas eléctricas para padres con hijos enfermos que nos quieran acompañar", relata. La cabeza da vueltas mientras acumula desnivel y kilómetros por el monte. 

“Comencé a correr en 2012 con un amigo que me comentó de hacer la Vig-Bay. De aquella, no sabía ni lo que era. Empecé a entrenar en enero y allí me puse unas zapatillas. Cubrí cuatro kilómetros y terminé deshecho. Pero, a partir de ahí, empecé y hasta hoy”, describe José Antonio Figueroa.

Eso sí, el terreno duro de la carretera lo abandonó pronto. “No da la misma satisfacción. Es más sufrido, castiga más. En la montaña es más de hacer piña, de estar con gente cerca. Igual más duro subiendo trialeras y collados.

Es más gratificante y además, te sientes al aire libre, en la naturaleza y no en las de asfalto que estás en las ciudades con contaminación y polución”, relata el ‘ultratrailer’ redondelano

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