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Inferioridad sólo numérica

La expulsión de Jorge Saénz tras la intervención del VAR abrió una tarde aciaga en Balaídos.
photo_camera La expulsión de Jorge Saénz tras la intervención del VAR abrió una tarde aciaga en Balaídos.
Las expulsiones de Saénz y Beltrán a instancias del videoarbitraje en la primera media hora, decisivas para la derrota en Balaídos ante el Granada (0-2). Los célticos reaccionaron con orgullo hasta el final.

El Celta sufrió ayer una dolorosa y orgullosa derrota. Cuando se planteaba dar un paso adelante en juego y resultado, dos expulsiones –el debutante Sáenz y Beltrán– propiciadas por el vídeo arbitraje en la primera media hora trastocaron todos los planes y convirtieron lo vivido ayer en Balaídos en un no partido. El Granada acabó por hacer realidad lo inevitable y se llevó los tres puntos bajo el sol.
Explicar futbolísticamente el partido de ayer en Balaídos no es que sea absurdo, es que resulta imposible. El encuentro se convirtió en un gasto de energía corajudo sin sentido, más allá del orgullo. Que no es nada pero, a estas alturas de la película, es poco. 
Las recomendaciones del vídeo arbitraje al árbitro principal en dos acciones puntuales tiraron por tierra todos los planes anteriores al partido de unos y de otros. La primera, en el minuto 10, en una acción sin aparente importancia en el centro del campo en la que el debutante Jorge Sáenz encimó (del pseudoverbo encimar) a Roberto Soldado con algún contacto entre los pies de uno y otro. El veterano delantero madrileño se quedó en el suelo haciéndose eco de un enorme dolor en uno de sus talones. Nada que no sucediese en infinidad de ocasiones en partidos previos. Pero  esta campaña existe la ley del talón en el arbitraje. Prieto Iglesias no quiso -o no le fue aconsejado hacerlo- aplicarla todo el tiempo que el ariete del Granada estuvo en el suelo atendido y se retiró hasta la banda. Pero cuando esto sucedió, sí se desplazó hasta la pantalla para, después de un largo lapso de tiempo, determinar la expulsión del central celeste con roja directa.
Había que rehacer el equipo. Fran Escribá, técnico celeste, había apostado de salida por Sáenz -además de por Mallo en el lateral derecho y Mina en punta-, pero hubo de recuperar del banquillo a Araujo y sentar a Brais para ajustar el bloque a un 4-4-1. Pasaron así 20 minutos en los que el Granada tiró de paciencia y el Celta trataba de cerrarse bien y mostrar intención de hacer daño. Hasta que llegó la segunda aparición determinante del vídeo arbitraje. Beltrán realizaba una filigrana cerca del área propia para iniciar jugada cuando el balón se le fue un poco largo tras haber sido objeto de falta. Al tratar de alcanzarlo, le clavó los tacos a un jugador rival. Prieto Iglesias, de entrada, sancionó falta a favor del conjunto vigués y cartulina amarilla para el mediocentro celeste. Pero le aconsejaron de nuevo que fuese a la banda y de nuevo regresó del visionado con una cartulina roja en la mano. A la media hora del choque, todo se había desnivelado mientras Balaídos bramaba contra la actuación arbitral y los jugadores célticos gastaban saliva intentando que el colegiado les explicase lo sucedido.
Para seguir sobre el banco, Escribá se ideó un 4-3-1 con Aspas en punta y Denis y Mina como interiores de Lobotka. La consigna era aguantar y encontrar alguna salida de coraje y calidad de Aspas hacia arriba para descongestionar. Parar el juego todo lo posible cuando el balón no corría y esperar algún milagro forjado a base de épica. Porque a todo esto, la temperatura reinante tampoco invitaba a realizar el enorme depliegue físico que era necesario paera compensar los dos jugadores menos sobre el terreno de juego, por mucho ímpetu que insuflasen las gradas.

Los milagros no son cotidianos
Los milagros son, por propia naturaleza, escasos. Y complicados de presenciar, por muchas oraciones que acumules. El Celta vivía en un alambre resbaladizo. En el 37, Machís marcó un gol que no subió al marcador por fuera de juego. Pero ya en el largo descuento de la primera parte (aunque no tan largo como todo el tiempo que se perdió en los dos parones por el VAR) llegó el primer tanto granadino en un saque de esquina. Bruno no encontró oposición alguna para cabecear a gol y convertir lo inevitable en un hecho.
Quedaba toda la segunda mitad para pasar calor y evitar la goleada en contra en lo posible. Y más cuando a los ocho minutos el venezolano Yangel Herrera enganchó un derechazo desde el borde del área, con todo el conjunto celeste replegado salvo Aspas, y el balón se coló por una de las escuadras de la portería de Rubén.
El partido estaba decidido. Apenas restaba aplaudir el coraje de los locales con un despliegue físico meritorio mientras el Granada, con Carlos Fernández acompañando a Soldado en la punta de ataque desde los últimos instantes de la primera parte, esperaba para añadir algún gol más a la renta que le iba a permitir lograr su segundo triunfo holgado fuera de casa consecutivo.
Pape apareció sobre el campo para acompañar en el despliegue físico a un Aidoo inmenso y para suplir a un Mina meritorio en su debut como titular. No había nada que hacer salvo mostrar orgullo. Y de eso hubo. Puntos, no.

Celta:
Rubén Blanco; Hugo Mallo, Jorge Sáenz, Joseph Aidoo, Lucas Olaza; Brais Méndez (Néstor Araujo, min. 14), Stanislav Lobotka, Fran Beltrán, Denis Suárez (Pione Sisto, min. 76); Iago Aspas, Santi Mina (Pape Cheikh, min 58)
Granada CF:
Rui Silva; Víctor Díaz, Duarte, Germán, Quini; Montoro, Yangel Herrera; Puertas, Vico (Carlos Fernández, min. 45), Machís (Azeez, min. 88); Soldado (Vadillo, min. 65).
Goles:
0-1, m.51+: Germán; 0-2, M.58: Herrera.
Árbitro:
Prieto Iglesias (comité navarro). Expulsó con tarjeta roja directa a los jugadores del Celta Jorge Sáenz en el minuto 10 y Fran Beltrán en el 28. Amonestó a Santi Mina, Denis Suárez, Hugo Mallo y Araujo, por parte del Celta; y a Germán y Víctor Díaz, por el Granada
Incidencias:
Partido correspondiente a la cuarta jornada de Primera División disputado en el estadio municipal de Balaídos ante 18.259 espectadores.

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