CELTA 0-2 ATLÉTICO

El gol le quita sentido al Celta

Jan Oblak sale a despejar un balón aéreo ante la presencia de Santi Mina, Renato Tapia y Jeison Murillo, por parte celeste.
photo_camera Jan Oblak sale a despejar un balón aéreo ante la presencia de Santi Mina, Renato Tapia y Jeison Murillo, por parte celeste.
Cae ante el Atlético de Madrid (0-2) en Balaídos pese al buen juego pero sin gol. Acumula tres derrotas seguidas y tres partidos sin marcar. Ocho canteranos célticos jugaron durante el partido.

Contento con el partido pero con bronca por el resultado. Tal sería el resumen del partido de ayer que haría Maxi Gómez o cualquier otro uruguayo o argentino. Por juego, el Celta no mereció perder ante el Atlético, que anotó al principio y al final del duelo con sendas acciones fruto del talento. Pero sí lo mereció porque no marcó un gol y lleva ya tres partidos seguidos sin hacerlo. El buen arranque ya quedó atrás y el equipo vigués se sitúa, de nuevo, en la zona baja.
El talento es odioso. Para el que no lo tiene, claro está. Porque no se mide por los tan cacareados parámetros del esfuerzo. No depende de la acumulación de méritos. Es sutil y escapadizo. Y, como dicen los suramericanos, genera bronca (rabia) en quien lo sufre. Sobre todo, el que se sustancia en la capacidad goleadora. Pero da sentido a muchas cosas. Ayer, al Atlético le sirvió para transformar su buen arranque de partido en una ventaja en el marcador. Carecer de él, le impidió al Celta sentirse confiado con su reacción en juego. Que la hubo.

No tiene el equipo vigués consistencia. En parte, se podría decir ayer, porque tuvo que ajustar la alineación a las bajas, con dos futbolistas del filial como José Fontán y el debutante Sergio Carreira conformando una línea de cinco defensas. El mismo dibujo que en las dos últimas visitas a Balaídos se le atragantó al conjunto colchonero fue el elegido por el técnico celeste, Óscar García Junyent. Además, quiso variar la apuesta ofensiva en busca del gol que no llega –o que sólo llega vía Iago Aspas, mejor dicho– con Santi Mina. Si al equipo en global le falta confianza, al ariete vigués todavía más. En el cuerpo a cuerpo, una de sus virtudes, perdió todos sus primeros duelos con los defensas atléticos. Y con el balón, tampoco estuvo fino. Lo mejor para él es que apareció como rematador en dos claras ocasiones; lo peor, que no pudo aprovechar ninguna.
Sugieron estas acciones después de que el Celta lograse apaciguar el buen arranque colchonero, marcado por la gran acción con la que abrió el marcador. Koke mandaba y filtró un buen balón hacia Diego Costa, que dio el toque de calidad de primeras para la aparición de Manu Sánchez. El lateral metió el balón al centro, donde Luis Suárez remató sin nadie que le molestase. Iván Villar rozó el balón pero no lo detuvo.

El tanto frustró al equipo vigués. Le borró, de un plumazo, su plan de partido. El control era del conjunto visitante, cómodo ante un bloque celeste que se situaba demasiado atrás y no presionaba un ápice. La única idea era defender.
Pero, poco a poco, el Celta tuvo la capacidad de evolucionar. Como siempre, gracias a Iago Aspas, omnipresente y clarividente, aunque demasiado lejos del área la mayoría de las veces. Pero su mera presencia recolocó a los suyos. Los laterales comenzaron a aparecer en el lado contrario y los centrocampistas empezaban a ganar balones. Hubo ocasión a balón parado, hubo encontronazo con el palo y hubo mano a mano errado. Todo generado desde la banda izquierda del uruguayo Lucas Olaza. Lo que no hubo fue gol.
Con diez remates en la primera parte, una vez más se explicitó que el problema principal es el gol. Una obsesión que hace daño. No varió el equipo ni la apuesta el Celta tras el descanso porque, en cuanto a juego, no le estaba yendo mal. Asustó Luis Suárez con una ocasión inicial y eso tal vez restó un ápice de continuidad al buen fútbol con el que había acabado el equipo vigués la primera parte. Las llegadas al área de Oblak se hacían ya más caras y, aunque siguió habiendo remates, no fueron ni tantos ni tan peligrosos como en los primeros 45 minutos.

Los cambios
Obviamente, no le valía a los célticos con mantener el equilibrio. Tenían que desequilibrar. Óscar García Junyent empezó a explotar los recursos de su banquillo poniendo sobre el campo a Emre Mor y Denis Suárez. El uno tendría que darle vértigo al ataque y el segundo calidad en el último pase, pero ninguno de los dos lograron su propósito. El argumento principal y casi único, una vez que el Atlético logró tapar a Olaza en la banda izquierda, era Iago Aspas.
No bajaron los brazos los locales. Desde atrás, se hacía con el mando de las operaciones José Fontán. Es el central un futbolista ya cuajado. Lo que significa que sabe utilizar sus virtudes y minimizar sus defectos sin importarle qué equipo esté enfrente. A él le buscaba el resto de la retaguardia para iniciar el juego. Pero, con un Atlético ya replegado y sin delantero centro claro, el problema no era la salida, sino sobrepasar las líneas rojiblancas. Apenas con acciones a balón parado se creó sensación de peligro. Insuficiente. El tanto de Carrasco, tras otra demostración de talento –esta vez de Joao Félix– fue sólo el epílogo.

Celta:
 Iván Villar; Carreira (Gabri Veiga, min.84), Murillo, Araujo, Fontán; Olaza (Miguel Rodríguez, min.88), Tapia, Beltrán (Denis Suárez, min.63); Santi Mina (Emre Mor, min.63), Nolito y Aspas.
Atlético de Madrid:
Oblak; Trippier, Savic, Hermoso, Manu (Felipe, min.50); Koke, Torreira, Lemar (Llorente, min.65), Correa (Herrera, min.77); Suárez (Carrasco, min.65) y Costa (Joao Félix, min.50).
Árbitro:
Martínez Munuera (C.Valenciano). Amonestó a Fran Beltrán (min.41), a Nolito (min.63) y a Aspas (min.83) por parte del Celta y a Hermoso (min.17), a Costa (min.37), a Lemar (min.45), a Felipe (min.71) y a Herrera (min.86) por parte del Atlético. Expulsó a Óscar García (min.96) por protestar.
Goles:
0-1, min.6: Suárez; 0-2, min.95: Carrasco.
Incidencias:
Estadio de Balaídos, sin público en las gradas.

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