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"Estoy orgulloso de la carrera que pude hacer"

Iago Bouzón se retiró este verano a los 35 años de edad.
photo_camera Iago Bouzón se retiró este verano a los 35 años de edad.

Iago Bouzón (Redondela, 16 junio de 1983) debutó en Primera División con 16 años con el Celta. Después realizó una larga trayectoria profesional en la máxima categoría, en Segunda y en Chipre.

I Ahora está en proceso de sacar el carnet de entrenador a los 35 años.  

¿Ya es un entrenador?
Lo soy con el A y el B, ahora me falta el último nivel. Estoy con las prácticas y en mayo volveré a Madrid con el grupo que estaba para sacar el nivel UEFA Pro. Esto ya serviría para entrenar a nivel Europeo, en todos los sitios. 

¿Cuándo toma la decisión de pasar al banquillo?
Al final, es un proceso muy natural. Todos los que jugamos, al final, nos llama mucho. Lo que gusta es jugar, pero tienes que comenzar a pensar en la siguiente etapa y lo más cercano que te permite estar el fútbol a la élite es ser entrenador. Con el paso del tiempo, uno va adquiriendo experiencia y lo que quiere es ayudar a otros jugadores como en su momento encontré a compañeros y entrenadores que me ayudaron a mí. Cuando eres joven, apenas prestas atención al tema táctico y, con los años, te va interesando más el por qué de las cosas. Comienzas a comprender más el juego y se vuelve muy interesante. 

¿Cómo es volver a clase?
Fue algo duro porque era intensivo. Nueve horas al día durante más de mes y medio. Tenía que absorber mucha información porque los profesores estaban muy preparados. Uno era seleccionador de la sub-19, otro era Velasco Carballo, que explicaba el reglamento. Te quieren transmitir todos los conocimientos y requiere un esfuerzo. También es cierto que disfrutas porque, al final, es el mundo en el que nos sentimos cómodos. Estaba con Xavi, Xabi Alonso, Rául...

¿Le costó colgar las botas?
Siempre cuesta. No creo que las cuelgue del todo, pero las lesiones de los últimos años me impedían estar al nivel que deseaba. No podía ejercer la profesión a un alto nivel y quería dejarlo con un buen sabor de boca, sin agotar las posibilidades. Fue por lo que tomé la decisión. Tuve la suerte de debutar muy joven en Primera, con 16 años, y eso hace que la carrera sea larga porque otros muchos cuando comienzan pasan de los veinte. No me quejo porque estoy orgulloso de la carrera que pude hacer. 

Respecto al Celta, llevó una trayectoria contraria en la que no llegaron a coincidir.
Sí, fue así. Alguna vez que llegué a hablar para volver, resultó imposible porque el Celta no estaba en su mejor momento y yo jugaba en Primera. Mi deseo siempre estuvo en poder volver, pero no se pudo dar porque el club atravesó momentos deportivos y económicos duros y yo estaba en la máxima categoría. A pesar de todo ello, siento orgullo por el camino que tomó la entidad y por el cambio en el club, tanto a nivel económico como en el deportivo. Me gusta ver canteranos en la primera plantilla. No hubo negociaciones serias. Durante toda mi carrera, nunca perdí el contacto con el Celta. Alguna vez, en conversaciones informales, hablamos del tema pero vimos que no era un momento bueno para ninguno de los dos. Después, con el tiempo, fue al revés. El Celta fue subiendo, la exigencia era mayor, y no surgió la posibilidad. Pero también estoy encantado de que, en esa etapa, la causa de no poder volver haya sido el ascenso del Celta y volver a la zona alta de Primera con rapidez. 

Un ascenso, ¿es especial? 
Sí, lo es. El primero lo viví en Vigo (2005) con sólo 20 años. Fue emocionante, pero también una responsablidad. Se consiguió y el año siguiente salí cedido al Recreativo y tuve la suerte de poder volver a ascender de nuevo. En esa ocasión lo viví más porque era protagonista y jugué más. Después, el del Córdoba, con 30 años, me coge más maduro y en una gran ciudad que llevaba cuarenta años sin estar en Primera. Los disfruté mucho, todos fueron especiales.

¿Se disfrutan más de joven o de veterano?
En mi caso, de veterano. Lo hablo con la gente. A 'toro pasado' te das cuenta de lo inconsciente que eres de joven. Con 20 años obtienes cosas, que te parecen normales y que no son difíciles. Sin embargo, con el tiempo te das cuenta de lo complicado que es cada ascenso, cada temporada en Primera. Todo eso cuesta muchísimo, tiene mucho trabajo detrás y de joven no eres consciente de ello. Con los años, lo saboreas de otra manera. 

¿Con qué jugador se cruzó que sobresalía, pero carecía de fama?
Hay muchos. Al final, las categorías están por algo. Encontré jugadores que, por la tele, no hacían gran cosa, pero al enfrentarme a ellos sí que me impresionaron. O por una cosa u otra, están en Primera. Algunos no perdían ningún balón, otros pensaban muy rápido. 

¿Qué delantero le preocupaba?
Sería fácil decir Messi o Raúl, cuando estaba en su mejor momento. Pero hay un jugador que me impactó mucho y que fue Samuel Eto'o. No sólo por la calidad, sino por el hambre. Me acuerdo el año de Guardiola. Él ya era muy conocido, con temporadas buenas en Mallorca, pero nunca lo había visto así, con esa capacidad de motivación y dar un extra. Era bueno definiendo, pero presionaba él sólo la línea defensiva e iba a todos los balones. Me marcó. 

¿Cómo ve al Celta actual?
Es verdad que utiliza un esquema de tres centrales, que ya no es que no se utilizase aquí, es que en todo el fútbol español sólo lo usaba el Girona. Poco a poco, otros equipos lo han ido utilizando y el Celta es uno de ellos. Hay jugadores determinantes, sobre todo de medio campo hacia arriba, e igual no necesitan mucha elaboración para generar peligro.

¿Qué anécdota rara tiene para contar de su carrera?
Algunos compañeros, por quedarse dormidos, perdieron el viaje con el equipo y tuvieron que tomar un avión solos o ir en coche por su cuenta. Olvidarse, sobre todo los extranjeros, el pasaporte y tener que esperar con la policía en el aeropuerto. Otros compañeros que perdieron la lentilla en el campo. Esto le pasó a varios. Ibas allí, le preguntabas qué pasada, y te decía: es que no veo nada.

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