El deporte se quedó en casa con mil amigos

Los centros Máis que Auga, el gimnasio Coliseum y la cadena Supera 24 horas fueron algunos de los gimnasios                                     que optaron por la realización de clases online.
photo_camera Los centros Máis que Auga, el gimnasio Coliseum y la cadena Supera 24 horas fueron algunos de los gimnasios que optaron por la realización de clases online.
Los gimnasios se lanzaron a las clases online desde el domicilio de los entrenadores para mantener en forma a los clientes de los centros deportivos 

Canal de Vimeo, directos de Instagram, paquetes de arroz, botellas de agua, esterillas y toallas. Una nomenclatura clave durante el confinamiento para preparadores físicos y monitores de gimasio, que trasladaron su actividad de la sala de ejercicio o de fitness al salón de casa y cambiaron las caras de sufrimiento de sus alumnos por una cámara web. Por todas las plataformas posibles proliferaron las clases para hacer ejercicio. También sucedió en Vigo, donde la cadena Máis que Auga creó su propio canal de Youtube, al igual que el centro Coliseum, que además apostó por el Instagram, o las instalaciones del Supera 24 Horas. En su caso, promocionaron en sus redes sociales el canal de Youtube de la cadena que "tuvo un crecimiento exponencial, tenemos diez veces más usuarios que cuando comenzó la pandemia", explica la firma. 

"Queríamos mantener la atención a los clientes y también no dejarlos tirados. Empezaron a crearse diversas plataformas online de clases y nosotros también decidimos crear la nuestra. El día antes del cierre ya tuvimos una grabación en el gimnasio con algunos de los monitores", explica Jana Nogueira, del Máis que Auga. A partir de ahí, trasladaron las sesiones a los domicilios de tres monitores para realizar tres sesiones diarias de todo tipo de disciplinas como pilates, zumba, gap, hipopresivos o movilidad. "Para mí fue un descubrimiento. Veía que la gente se conectaba y seguía las clases. Cada día que pasaba vía que era algo muy productivo. En las primeras clases, al terminar, se me llenaban los ojos de lágrimas porque me parecía todo muy frío. No tenía ese contacto con la gente. Soy una persona que cuida mucho de sus alumnos, no me gusta ver un ejercicio mal hecho. Me gusta que lo hagan bien y no se lesionen. Al no tener eso de poder corregir y hablar, me costó bastante", indica Nogueira sobre las primeras sesiones en las que "tuve que mover la mesa, levantar la alfombra y apartar algún mueble".

Una situación parecida vivió Marcos Outeda, coordinador de actividades dirigidas del Coliseum Vigo. En su caso, apostaron por "subir algunos vídeos al canal de Youtube y también hacer otros en el Instragram personal de cada monitor con un hastag para que tuviera mayor difusión", indica. A partir de ahí, llegaron las dificultades y también la adaptación porque "siempre quisimos entrar en este mundo, pero no sabíamos cómo hacerlo. Ahora fue algo obligado. A nosotros nos venía bien entrenar y, ¿por qué no lo iba a compartir con más gente?", añade Outeda. Una vez dado el paso, reconoce que "te sientes un poco estúpido porque delante no tienes a nadie, lo que ves es una cámara. Nadie te dice cómo hay que comunicarse. Ojalá en la carrera hubiera clases en las que pudieran enseñar estas cosas, pero no las hay". 

No obstante, el número de usuarios fue creciendo. Hubo sesiones de la colección del Máis que Auga que superaron las 2.000 visualizaciones e "incluso me escribían desde Brasil para preguntarme por la sesión", matiza Nogueira. Donde más lo notó fue en el entorno cercano porque "al salir a pasear por el barrio, la gente me saluda y me para. Y, claro, no sabes el motivo y te dicen que siguen tus clases. Incluso tenemos alguna para niños, que hago con mis hijos, y me cruzo con otros niños que preguntan a sus madres si soy yo la de las clases". La monitora de Máis que Auga añade que "volví a ver mis primeros vídeos y los comparé con los últimos y mejoré mucho. Ahora me das una cámara y hago una clase de 45 minutos sin pestañear". 
Algo similar experimentó Marcos Outeda. Las sesiones sirvieron para ayudar a los alumnos y también a él mismo porque "son como esos pequeños momentos de libertad. Al gimnasio vas a olvidarte del trabajo o del día a día y con estas clases podías mantener una rutina y te ayudaba a olvidarte del confinamiento", resume. En su caso, añadió a esta circunstancia un detalle personal porque "me comenzó a seguir bastante gente de balonmano, ya que soy árbitro internacional de balonmano playa e, incluso, un campeón del mundo como Rodrigo Corrales (cangués) hacía mis sesiones y me comentó que le ayudaba a complementar su trabajo. Fue gratificante". 

Las sesiones de GAP, especialmente entre mujeres, zumba, y total body fueron las que tuvieron un mayor éxito en el canal de You-tbe del Coliseum. En el Máis que Auga, destacaron las de zumba, body combat y GAP, aunque también superaron el millar de visitas sesiones de hipopresivos y fitness express, un poco más específicas. 
Unos números que, una vez analizados, asustan porque "en el gimnasio, como máximo, daba una clase a 60 personas. Que te vean más de mil es muy satisfactorio", reconoce Jana Nogueira. Trasmitió desde su domicilio y, por lo tanto, se adaptó a los escasos medios, al igual que sus alumnos. "Hay que reiventarse porque mucha gente no tiene material en casa. Ahora también sé qué hacer con una silla, un cojín, el palo de la escoba o un molde de bizcocho. En mi caso no tenía que levantar mucho peso, pero sí que hubo algunas en las que había que elevar paquetes de arroz o botellas de agua". 
Marcos Outeda también lo vivió. Tuvo que mejorar en la comunicación y también "en buscar la mejor luz posible, un buen enfoque y que el sonido llegue". Cuestiones que en una clase en directo no hacen falta. Y, además, "consultaba sobre el nivel de la sesión y hacía variantes de los ejercicios".n 

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