nnn El ingenio y la imaginación es uno de los aspectos en los que destacan los deportistas durante el confinamiento. A falta de medios, poco a poco, buscan recursos para poder entrenar y aminorar en lo máximo posible la pérdida de forma física.
Uno de los últimos en crearse su propio campo de entrenamiento fue el joven de Salvaterra Dani Pérez Cortegoso. Es uno de los privilegiados que cuenta con casa y, además, piscina. El palista la aprovechó para montar unas puertas y poder preparar la modalidad de piragüismo slalom, su disciplina. "No es como un río de aguas bravas, con su corriente y su dificultad, pero sí que sirve para no perder de todo las sensaciones y poder seguir paleando", explica.
En su caso, admite que "tengo como un pequeño gimnasio en casa con mancuernas y pesas. Me aburría un poco estos días y pensé en montar las puertas en la piscina". Para hacerlo, tuvo como condición tener "el material en casa" y, también, "me ayudó mi padre a poner todo".
De esta forma, padre e hijo clavaron las piquetas, tendieron los alambres y les colgaron los palos reglamentarios. Hasta tres puertas en la pequeña balsa de agua. Entonces, fue el momento de subirse a la piragua y comenzar a trazar curvas para un lado, para otro y girar entre paso y paso. Todo un lujo en una época que no está permitido salir de casa para entrenar. No son los rápidos de O Cordeiro, pero sirven.
Dani Pérez, de 17 años y representante del Piragüismo Penedo, añade esta circunstancia a que, cuando comenzó la expansión del coronavirus, se encontraba concentrado en La Seu d'Urgell, pero "tomé un avión y volví para casa, para estar con la familia", explica. La imaginación trabaja para seguir con los entrenamientos.n
Uno de los últimos en crearse su propio campo de entrenamiento fue el joven de Salvaterra Dani Pérez Cortegoso. Es uno de los privilegiados que cuenta con casa y, además, piscina. El palista la aprovechó para montar unas puertas y poder preparar la modalidad de piragüismo slalom, su disciplina. "No es como un río de aguas bravas, con su corriente y su dificultad, pero sí que sirve para no perder de todo las sensaciones y poder seguir paleando", explica.
En su caso, admite que "tengo como un pequeño gimnasio en casa con mancuernas y pesas. Me aburría un poco estos días y pensé en montar las puertas en la piscina". Para hacerlo, tuvo como condición tener "el material en casa" y, también, "me ayudó mi padre a poner todo".
De esta forma, padre e hijo clavaron las piquetas, tendieron los alambres y les colgaron los palos reglamentarios. Hasta tres puertas en la pequeña balsa de agua. Entonces, fue el momento de subirse a la piragua y comenzar a trazar curvas para un lado, para otro y girar entre paso y paso. Todo un lujo en una época que no está permitido salir de casa para entrenar. No son los rápidos de O Cordeiro, pero sirven.
Dani Pérez, de 17 años y representante del Piragüismo Penedo, añade esta circunstancia a que, cuando comenzó la expansión del coronavirus, se encontraba concentrado en La Seu d'Urgell, pero "tomé un avión y volví para casa, para estar con la familia", explica. La imaginación trabaja para seguir con los entrenamientos.n
