Celta

El Celta muerde más que mastica

Iago Aspas, que dio la asistencia del gol a Maxi Gómez, trata de superar a Marc Roca durante el partido de ayer.
photo_camera Iago Aspas, que dio la asistencia del gol a Maxi Gómez, trata de superar a Marc Roca durante el partido de ayer.

El Celta logra un empate en campo del Espanyol (1-1) y se sitúa a dos puntos del descenso. Maxi marcó en una gran jugada con Aspas y los célticos tuvieron ocasiones para ganar  al final tras un flojo comienzo .

Un Celta que muerde más que mastica sacó ayer un punto de su visita a un Espanyol que mastica demasiado. Un fruto no demasiado generoso que pudo ser más con un poco de puntería y menos con un poco de mala suerte. Fuera de casa se sigue sin estar como en el hogar, pero conviene que el sábado en Leganés haya más cosecha. Porque la clasificación aprieta. 
Cuando no te empujan, tú mismo debes impulsarte. Es una verdad física y sentimental, en el caso del Celta. El equipo vigués está acostumbrado a que en Balaídos el ambiente creado y la afición lo catapulte, con lo que en las últimas semanas ha aprovechado esa inercia para plasmarla sobre el campo, con más o menos vistosidad. Pero lejos de casa, necesita sacar de dentro esa fuerza. Y le cuesta.
Fran Escribá, técnico celeste, sorprendió ayer con el cambio de la pareja de centrales, con David Costas y Wesley Hoedt supliendo a Gustavo Cabral y Néstor Araujo. No fue tan sorprendente que tirase de Jozabed Sánchez para cubrir la ausencia de Boufal por sanción. Con Boudebouz en la otra banda, se apostaba por dos futbolistas de posesión y combinación, otorgando todo el ímpetu por banda a los dos laterales. La apuesta estuvo a punto de fructificar nada más empezar el encuentro, con una llegada arrolladora de Mallo dentro del área del Espanyol, donde se las ingenió para sacar un remate extraño pero válido  que sólo una gran intervención de Diego López impidió que se convirtiese en gol. Fue el primer sorbo de un inicio espumoso en el que también Borja Iglesias y Wu Lei pudieron marcar para el bando local.
Cuando se serenó la cuestión, el dominio pasó a los pies del Celta. Se jugaba en la mitad del campo espanyolista, con buen movimiento en el centro del campo, alguna conducción de Loborka y la ambición de Olaza por la izquierda. Pero ni un remate.
Pese a que su portero no sufría, no estaba cómodo el Espanyol con el planteamiento. Al equipo de Rubi le gusta disfrutar del balón y, en cuanto pudo, pasó a manosearlo. Poco a poco, el punto de apoyo del juego pasó a la mitad del campo celeste. Y, con la tendencia a la fragilidad del equipo vigués, la grieta amenazaba con aparecer. Porque los jugadores locales movían con demasiada facilidad el balón en el balcón del área. Y cuando se encontraron dos futbolistas de buen pie como Melendo y Marc López, este último descubrió el desmarque de Wu Lei, quien se benefició de la duda de Rubén para enganchar el remate y marcar.
El gol hizo daño. Hizo que la confianza se resquebrajase. Las líneas de pase que inventaban las cabezas de los espanyolistas se dibujaban sobre el césped con facilidad, mientras que las de los célticos no pasaban de ser borrones de proyectos. La limpieza era una virtud local, mientras el visitante se ensuciaba la mente con el temor. En tal situación se llegó al descanso. Mucho que mejorar, pero el marcador aún mantenía todas las opciones sobre el mesa.
El arranque espumoso de la primera parte tuvo su correlación en la segunda. A los cuatro minutos, Mallo encontró una buena diagonal dentro del área de Jozabed, que logró dejar a Aspas para que éste rematase al palo. El rechace le cayó a Maxi, pero su derechazo lo detuvo Diego López.
Fue un espejismo, porque los siguientes 20 minutos fueron de total dominio del Espanyol. Las sensaciones eran malas pero los locales sólo disfrutaron de una ocasión en un  cabezazo al larguero de Hermoso en un saque de esquina. Escribá movió el banquillo sacando a Okay, desacertado y con una amarilla encima, para meter a Pione Sisto, con lo que Jozabed pasó al centro del campo para hacer pareja con un móvil Lobotka.
No hizo falta a esperar cómo funcionaba la apuesta. Porque un despeje desde área propia le llegó a Maxi en el centro del campo. Y el uruguayo diseñó desde el mismo control una contra perfecta con Iago Aspas. Control y apertura para la carrera de Aspas, quien pegó el balón a su zurda, recortó hacia dentro y cedió al corazón del área para que su compañero de ataque marcase.
El gol fue vitamínico. Y debió llevar al conjunto vigués al triunfo. Porque en los siguientes minutos, con un Espanyol desconectado, disfrutó de hasta tres ocasiones, dos de Maxi y una de Jozabed. No llegó el gol, el que habría convertido un empate resultón en una victoria de lujo. Si los méritos se miden en ocasiones, el Celta pudo ganar; si se miden en juego, el reparto de puntos es más que correcto. Dos puntos sobre el descenso y mucho que remar, porque todos los compañeros de viaje reaccionan en esta recta final.

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