segunda división b

Buena Yebra nunca muere

Borja Yebra
photo_camera Borja Yebra

El mediocentro del Coruxo cumplirá este domingo 350 partidos en Segunda División B

Los 30 son los nuevos 20. Frase muy manida -y deseada- en los últimos tiempos, que refleja el retraso en las etapas vitales de la sociedad actual. Una sentencia más difícil de extrapolar al fútbol, porque la naturaleza es igual ahora que hace 50 años y porque la exigencia competitiva ha subido tanto que complica prolongar las carreras. Borja Yebra (Chantada, 1983), en cambio, parece decidido a hacerla realidad. El mediocentro del Coruxo, que el 4 de julio cumplirá 36 años, celebrará el próximo domingo en Gran Canaria (12:00) su partido 350 de liga regular en Segunda División B –además de los varios 'play-out' y 'play-off'– en el tramo final de una temporada en la que ha demostrado ser el futbolista más regular de un conjunto verde que se ha contagiado.


Trece temporadas acumula Yebra en la categoría de bronce. Ha militado en siete equipos y ha conocido tres de los cuatro grupos que la componen. "Son muchos partidos, muchos viajes, muchas anécdotas, no mucho dinero...", reflexiona entre risas sobre esa cifra redonda antes de sentenciar: "Ojalá vengan muchos más".  Toda esta historia comenzó en la temporada 2004/05, en el desaparecido CD Ourense. "Hace trece años había mucho más potencial económico y deportivo en la categoría", destaca el chantadino, que fue el capitán que levantó las dos Copas RFEF que el conjunto ourensanista conquistó en 2008 y 2014 como cierre a las dos etapas de Yebra en el club, la segunda epílogo también de la propia entidad. Además, Universidad de Las Palmas, Atlético Ciudad (ambos también desaparecidos), Guadalajara, Marbella, Boiro y, finalmente, Coruxo.
Son muchos kilómetros, muchos primeros pases, muchas coberturas. Mucho fútbol. Le toca cumplir esta efeméride en una de las ciudades a las que le llevó el fútbol hace una década. "Nos pasábamos la vida en los aeropuertos", recuerda. Así, en avión, volverá a Gran Canaria este domingo para tratar de dar la vuelta al atasco de resultados que padece el Coruxo. Algo que no mancha la buena campaña del cuadro verde, que ha superado las expectativas. "Hemos hecho buen fútbol", sentencia Yebra, antes de elogiar al cuerpo técnico: "Esta manera de jugar nos beneficia a los que nos gusta tener la pelota. Los hermanos Montes han mezclado muy bien los medios de los que disponen, los jugadores que tienen y su idea de juego. Además tienen un muy buen scouting del rival". Las flores, como los pases, van y vienen, y el de Chantada las recibe de vuelta. "Borja Yebra es la educación y la profesionalidad personificadas. Cerebro y equilibrio para cualquier equipo", apunta Jacobo Montes sobre su pupilo.
Y es que el fútbol de posesión que los técnicos redondelanos han implantado en la playa de O Vao le va como anillo al dedo. Dicen que hay futbolistas que se transforman cuando entran al campo. No es el caso de Yebra, que charla con la misma parsimonia con la que reparte juego. La sencillez hecha arte. "Es la personalidad que tengo. No me caracterizo por ponerme nervioso ni tengo las características de un tipo de mediocentro agresivo o de poco trato de balón. Cada uno tiene sus cualidades y la mía es darle pausa al equipo para lo bueno y para lo malo". Una pausa que no le impide reivindicar que el buen futbolista puede, debe y tiene que adaptarse a todos los estilos: "Esto es como la música: unas veces hay que saber tocar la guitarra y  otras, la zambomba".
Pero el fútbol es más que los 90 minutos del partido. Mucho más. La convivencia en un vestuario es esencial para cumplir objetivos y cada jugador adopta un rol, igual que hace en el campo. Yebra también tiene el suyo. "Alguna vez hablas con los chavales, sobre todo cuando ves que no van por buen camino", explica sabiendo que su liderazgo es más desde la sombra. Desde el hacer más que decir. Uno de los líderes visibles de la caseta verde es el capitán Antón de Vicente, que se rinde a su compañero: "Es la personificación de la clase, la elegancia y la jerarquía y un ejemplo de educación y saber estar para todos los chicos jóvenes que empiezan".
Lo mejor que tiene la naturalidad es que desmonta tópicos. Un café con Yebra basta para percatarse de que demasiado mito rodea a este juego. "Se suele decir que el fútbol deja muchos amigos pero tampoco son tantos. Los he hecho aquí, en Ourense, alguno en Marbella, pero no siempre es fácil encontrarte con gente que sea afín a ti", reflexiona. Misma tranquilidad -incluso socarronería- cuando piensa en por qué tiene que darle las gracias al fútbol. "Le agradezco que me tiene en forma a los 35 y no me tengo que pagar un gimnasio", bromea antes de responder a la pregunta del millón, la de una retirada que no tiene fecha pero que parece lejana: "No me pongo un límite ni me lo planteo. Cuando llegue el momento, lo dejaré y punto". No tiene mucho glamour. Tampoco es una sesuda reflexión para poner de prólogo en un libro de autoayuda. Mejor o peor, qué más da. Lo importante es que es real. Como los 349 partidos de este hombre tranquilo, capaz de detener el tiempo o de acelerarlo cuando tiene la pelota."¡Estoy para otros 350 más!", exclama. Y como los 30 son los nuevos 20, seguro que lo conseguirá. n

Te puede interesar