El vigués Santi Mina afronta como "un reto" volver al club y "cambiar los pitos que había alguna vez por aplausos"
No es Santi Mina un jugador de esquivar obstáculos. Prefiere afrontarlos y saltarlos. Por eso, en sus primeras palabras tras confirmarse su regreso al Celta –realizadas a los medios del club–, no esquivó el espinoso tema de su relación con la parte de la afición celeste que se sintió menospreciada hace cuatro años cuando se fue el Valencia. El vigués, más maduro y consciente de sus palabras, afronta el reto de hacer cambiar de opinión a esos descontentos dando rendimiento dentro del campo.
"En parte, entiendo a la gente que se haya molestado. Que un chico que llevaba nueve o diez años en el club se fuese de esas formas no fue lo más ético ni la mejor forma de haberlo hecho. Yo lo asumo. Vuelvo a ser jugador del Celta y tendré que demostrar dentro del campo y cambiar los pitos que había alguna vez por aplausos", expone. En este sentido, no quiere que se dude un ápice de su sentimiento como celtista: "Para mí esto es un sentimiento. De verdad va de corazón. Porque yo de verdad siento el Celta, porque he nacido aquí y jugué aquí desde los nueve años".
El delantero agradece el interés de los dirigentes célticos en recuperarlo –menta concretamente al presidente, Carlos Mouriño, y al director general, Antonio Chaves–. "Para mí es un orgullo y un reto personal. Quiero demostrar que no se han equivocado. Que el Celta ha salido beneficiado de este traspaso. En mi mano está", dice.
Mina se felicita de volver a compartir vestuario con amigos y remarca que fue el cariño que sintió lo que le llevó a tomar la decisión de volver. "Un jugador necesita sentirse arropado, sentir ese cariño. Lo he notado durante todos estos años que no he estado en Vigo y, al final, para mí es un orgullo y un placer volver a vestir la camiseta del Celta", señala.n
