El acto tendrá lugar en el Pazo de Castrelos, tras la ofrenda floral en el mausoleo en Pereiró. Hace una semana que conoce la distinción a la que fue propuesta: “Sigo en estado de flipe, con el subidón que provoca algo inesperado”, reconoce Ojea a Atlántico.
¿Cómo se hace rentable combinar cultura y hostelería?
Estando muy absorbidos en el día a día. Comenzamos porque no había algo así, un café con conciertos de música clásica de cámara, la programación de jazz ya es más habitual. Se fueron sumando otras actividades como clubes de lectura, presentaciones, conferencias. Fue como una semilla que fue brotando.
¿Y qué supone el premio en esta trayectoria?
El premio consolida lo que estamos haciendo. En septiembre hicimos cuatro años, en este tiempo ha ido aumentado el público y las propuestas hasta ser en un espacio heterogéneo. Además de calidad, desprende mucha calidez.
¿Ofertan una programación o un espacio para propuestas?
Cada vez se han organizado más conciertos hasta conformarse en ciclos, que se acaban enlazando; así, acabamos con el Otoño Clásico para empezar con el de Año Nuevo. La música de cámara tiene un repertorio tremendo, pero está un poco oculta, si exceptuamos los conservatorios. Es perfecta para un café. Además dedicamos la segunda planta a exposiciones por donde pasaron José Andrés o Carolina Guimarães. Abajo, tenemos una pared dedicado a compositores y una columna con fotografías. La última aportación a nuestra programación es la proyección de imágenes. Estamos en un momento de consolidación y de expansión.