Albert Uderzo, el creador de Astérix que se creía Obelix

Uderzo y sus personajes.
photo_camera Uderzo y sus personajes.
 Durante mucho tiempo, Albert Uderzo, fallecido ayer a los 92 años, luchó para no quedar ensombrecido por la figura de René Goscinny, el hombre junto al que a finales de los 50 creó a Astérix, uno de los personajes más legendarios del cómic mundial. Considerado por muchos simplemente como el brazo ejecutor de la saga -nacida, decían, de la imaginación del guionista-, Uderzo demostró su capacidad para darle vida propia cuando en 1977 la muerte se llevó a su "hermano" y le privó de admirar la gloria que alcanzaba su personaje.
Uderzo, hijo de un carpintero italiano instalado en el este de Francia, nunca rechazó su proximidad con Obélix, el segundón de la saga, personaje que creó en solitario y de quien reivindicaba su afinidad. Con él compartía modales rudos, populares, el gusto por la buena mesa y una cierta mirada inocente de la vida, que no le impidió disfrutarla desde lo alto del éxito de su obra, 380 millones de álbumes vendidos.
Un récord para un cómic del viejo continente que le colocó al frente de un imperio, con películas, todo tipo de productos derivados y un parque de atracciones dedicado al menudo antihéroe galo. Un éxito que le permitió darse sus lujos desmesurados, su colección de "ferraris" o su avión caza de guerra, y que, según decía él, le valió también la animadversión de sus pares. El Festival de Angulema, sanctasanctórum del cómic en Europa, nunca premió su talento y muchos dibujantes atribuían a Uderzo solo un rol secundario en la creación de Astérix.

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