No fue un fichaje que hiciese mucho ruido. Más bien, entraba dentro de ese perfil de hombre de confianza de Eduardo Coudet al que el Celta le brindaba la oportunidad de dar el salto a Europa ya a una edad madura (29 años). Un año después, recién alcanzada la treintena, Augusto Solari sigue sin ser un hombre principal en el diseño de la plantilla celeste, pero ha ganado la confianza de todos cumpliendo con su rol de suplente avezado.
“El nivel de los grandes equipos se mide por el nivel de sus suplentes”. La frase es del argentino, que en este tiempo ha tenido minutos en 31 partidos, 30 de ellos de Liga, y ha anotado 3 goles (uno, maravilloso, en Copa) y ha dado 2 asistencias. Y sólo en seis encuentros, uno de ellos de Copa, ha estado entre los once elegidos por Eduardo Coudet, que tiene muy claro el papel que quiere darle a un futbolista que, además, lo ha asumido con una profesionalidad encomiable.
Aterrizó en Vigo un 23 de enero y, aunque no jugó al día siguiente ante el Eibar, sí tuvo sus primeros minutos una semana después contra el Granada en Balaídos. Y no tardó en aportar, porque en las dos siguientes jornadas dio otras tantas asistencias. Lástima que esa generosidad inicial no se haya podido repetir con algún otro pase de gol más.
La primera temporada la cerró con 16 partidos en el campo, sumando 478 minutos. Unos números que prácticamente calca en el actual ejercicio, teniendo en cuenta que en este se ha perdido cuatro jornadas por lesión y en el anterior apenas dos. La cuestión es que acumula 14 encuentros y 478 minutos.
Pese a no ser dos futbolistas de iguales condiciones, Solari se ha especializado en ser el suplente de Brais Méndez. Tres de sus cinco titularidades en Liga, una el pasado curso y las dos que lleva en el actual, han coincidido con ausencias del mosense en el once y solo una de ellas, en la jornada quinta de esta temporada, quedándose el canterano en el banquillo. Tal posibilidad es, ahora mismo, remota. Pero Solari trabaja.
