Esto no es de recibo

El recibimiento cumplió con las expectativas pero no fue talismán.
photo_camera El recibimiento cumplió con las expectativas pero no fue talismán.
El recibimiento no evitó otro partido de querer y no poder en la grada

Esta vez, ni el recibimiento, más caliente y más exitoso que el del Elche sin duda, sirvió para asegurar un final feliz. O, al menos, aceptable. Balaídos es puro nervio en este final de campaña. Porque aprecia, en la acepción cariñosa y en la puramente física, que los suyos quieren pero no pueden. Los pitos, por el momento, se quedan en meros amagos. Y se recurre a la filosofía de ya vendrán tiempos mejores mientras se apuesta por cerrar la temporada como sea.

Se planificó con tiempo, esta vez, el recibimiento. Y la afición respondió, olvidando si era una iniciativa puramente suya o imbuida por el club. Iba a ser el antepenúltimo partido del curso en casa y se quería que fuese el definitivo, el que llevase al equipo por encima de la frontera de 40 puntos. Hubo todo lo necesario para tales tareas de animación y el equipo supo lo que los suyos esperaban de ellos.

Hay reproches, pero, por el momento, son más para dentro que para fuera. Es más desesperación que enfado lo que fue calando en las gradas -menos en la vacía- tras el tanto inicial del Valencia y en los peores momentos, como en el arranque de la segunda mitad. Con el equipo y el público un tanto desubicados al ver salir del campo a Iago Aspas. Quien falló. Mucho, demasiado. Pero no hubo ni un reproche. No sería de recibo.

El gol de Seferovic enardeció todo lo celeste. Se quiso cabalgar hacia la permanencia, aunque fuese a lo bruto. Las decisiones arbitrales no gustaban. El caldo de cultivo era de ganar o perder. El empate es para los pobres de espíritu, para los pusilánimes. Los 200 valencianistas también creían que todo era posible desde su esquina de Tribuna Baja. Para ellos sí que lo fue. No para los 14.317 restantes.

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