Antonio Chaves: un provocador, en el sentido más literal de la palabra

Antonio Chaves.
photo_camera Antonio Chaves.
Para bien o para mal, el Celta de los tres últimos lustros, no se puede entender sin la figura de Antonio Chaves

No saldrá en los libros de historia en la nómina de presidentes -aunque pudo serlo, incluso recientemente-; no aparecerá en los cánticos ni para honrar ni para vilipendiar; no estará en las fotografías que definan los últimos 15 años. Pero, para bien o para mal, el Celta de los tres últimos lustros -uno de los que más cerca estuvo de desaparecer, no por su gestión, y uno de los que más tiempo ha estado de forma continuada en Primera, sí por su gestión en parte- no se puede entender sin la figura de Antonio Chaves.

En él halló un Carlos Mouriño desorientado esa mezcla tan complicada de frialdad empresarial y pasión futbolística. Porque Chaves es un hombre de deporte, bien lo saben en su Grove natal. Pero también lo es de números y de leyes. De corazón caliente y cabeza fría en sus decisiones. Hiriente hasta la lágrima cuando creía necesario serlo; amable cuando le podía su lado bueno. Provocador, en el sentido más literal de la palabra. Un joven demasiado viejo y un viejo demasiado joven.

Tenía mano en todo. Desde el principio. Incluido lo deportivo. La casualidad -o no- ha querido que su salida haya coincidido con la de Hugo Mallo, el hombre del club en el vestuario y un dolor personal en los últimos tiempos. Siempre al frente, siempre atacando antes que defender. Su gestión -y la de María José Herbón- salvó al club de la bancarrota. Se equivocó y asumió errores de la persona con la que tenía un pacto de fidelidad, Carlos Mouriño. A él había ligado su estancia en el club pero se ha ido antes. Porque ese acuerdo no era igual con Marian Mouriño y con algún giro identitario que ha dado la entidad. Los defendió, porque le iba en el cargo y en la forma de ser.

De inteligencia natural, tan cruel como valorable, ha entendido que su tiempo acabó. La bicefalia interna no tendría sentido. Y sabe que tiene un nombre labrado en estos 15 años. Considera, en buena medida con razón, que deja al club en muy buen estado: sin deuda y en Primera. Aunque en los últimos tiempos se apartase de algunas áreas, era el interlocutor para todo y para todos. El club, su club, deberá aprender a vivir sin él. Él lleva tiempo asumiendo que los dos estarán mejor separados.

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