planificar el subdesarrollo

La eliminación de la pobreza debería ocupar un papel central en el desarrollo social. La filosofía de la resignación dominante en otros tiempos se sustituía por la práctica del trabajo y la educación.
Un gobierno que se distinga por su dedicación a superar la pobreza habría de desarrollar una educación basada en la lectura crítica y creativa. Sin embargo al Gobierno actual no le ha bastado con recortar el número de profesores, aumentar el número de alumnos por clase, sino que ha disminuido los presupuestos dedicados a libros y material didáctico.

La racionalización del gasto, los “recortes” en las inversiones en el proceso educativo, siempre dolorosos, lo son más cuando se hacen en áreas tan sensibles como son reducirlas en el material didáctico y en libros. Promover una pedagogía sin libros y con material didáctico deficiente y no renovado forma parte de la lógica del error delirante de algunos gobernantes; consistente en trasformar lo hipotético en deducción. Se parte de la mera hipótesis de “hacer más con menos” pero esto en educación es absolutamente incierto. Los cambios constantes y profundos someten a los educadores a una sobreexigencia; obliga a mayores y más selectivas inversiones, pero el gobernante sumido en la lógica del error delirante convierte el ensueño en realidad. No se trata de un error de cálculo, sino de una deficiencia epistemológica. El error delirante es retroalimentado por el propio delirio, a consecuencia del solipsismo a que le conduce su modo de razonar sobre la cuestión que delira. A diferencia del error de apreciación y de deducción que no resiste la prueba de la realidad y logra su autocorrección, el error emanado de la lógica del delirio fundamentado en ilusiones y alucinaciones, no lleva consigo la mínima marca desde la cual poder autocorregirse. En la lógica del error delirante el diálogo sería una medicina eficaz, pero se ha convertido en el peor de los fármacos.

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