Obispos y elecciones

Desde hace una temporada parece que en España se ha desatado la histeria. No es nuevo que, ante unas elecciones generales, la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española haga pública una ‘Nota’ orientada a estimular ‘el ejercicio responsable del voto’.
El asunto no da pie a rasgarse las vestiduras. La ‘Comisión Permanente’ ni siquiera es un órgano del Magisterio de la Iglesia. Por tanto, su ‘Nota’ no obliga a los católicos en virtud de la autoridad de quienes la emiten; puede obligar en conciencia —obligación muy libre— si las razones que se aportan son dignas de ser tenidas en cuenta.

Y yo creo que sí lo son. Particularmente me parece relevante que se afirme que ‘no se debe confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas’. La política no se debe desvincular de la moral. No todo lo que la ley permite es, automáticamente, moralmente aceptable. No toda ley es, sin más, moralmente justa. En el célebre proceso de Nuremberg, algunos de los encausados por graves crímenes contra la humanidad se disculpaban argumentando que no hacían más que cumplir la ley. Sólo un positivismo jurídico acrítico identificaría precipitadamente lo legal con lo justo.

A mí me parece bien que hablen los Obispos. Si todos pueden hablar, ellos también. Si un Gobierno o un Partido no atenta contra ‘el denominador común de la moral fundada en la recta razón y en la experiencia histórica de cada pueblo’; si respeta y defiende, por ejemplo, el bien básico de la vida humana; si respeta y defiende el matrimonio y la familia; si respeta y defiende el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas y morales... ese Gobierno o Partido debería mostrarse agradecido con la ‘Nota’ de los Obispos. Guillermo

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