época de mentira

Hay algunos fenómenos muy curiosos como el del mentiroso que acaba creyéndose sus propias mentiras. Algunos políticos se tienen bien ganado el desprecio de la generalidad de los ciudadanos.
Han equivocado la profesión; han dejado ser los gestores y los servidores del bien público para convertirse en técnicos de la mentira y en anestesistas de las ilusiones solidarias de los ciudadanos. El político trata de construir una realidad para fortalecer sus intereses, cree que así el ciudadano puede vivir en un mundo imaginario, irreal.

La aventura de ser persona consiste en el constante y siempre inacabado ejercicio de saber e ignorar, creer y dudar, esperar y desesperar, amar y odiar. Su saber se halla siempre cercado por su ignorancia, y en el mejor de los casos le dará evidencias, certidumbres respecto de la realidad de lo sabido.

Algunos políticos conscientes de la necesidad de saber que dinamizan a los ciudadanos tratan de camuflarle la realidad, se la enmascaran y la deforman. Poco importan los métodos. Ahora, a la subida de los impuestos no se le llama así: “gravamen temporal de solidaridad”. Solidaridad con los más ricos, con los defraudadores. La mayoría de los ciudadanos admiten que la solidaridad sea un recurso necesario para mantener la cohesión social imprescindible para la estabilidad.

La solidaridad no explicada puede y así lo hace, fortalecer la desigualdad social y enmascarar conductas que la mayoría de los ciudadanos repudian.

En España se oculta lo mejor de su historia actual: la lucha de los jóvenes para no perder la sintonía con una sociedad de progreso y de equidad; el trabajo por ajustarse a las nuevas circunstancias impuestas desde el exterior por los intereses financieros y depredadores. Su esfuerzo incomprendido para superarlas. El camino fácil es criminalizarlos y hacerlos responsables de un mundo que han heredado y que no han generado en ningún momento.

Te puede interesar
Más en Cartas al director