BAIXO MIÑO

El comercio tradicional abastece a consumidores del Baixo Miño

Los empleados y el propietario de Comercial Blanco mantienen el suministro de alimentos en Oia con buen humor.
photo_camera Los empleados y el propietario de Comercial Blanco mantienen el suministro de alimentos en Oia con buen humor.
Comercial Blanco, con 102 años de historia, sirvió en Oia pedidos de hasta 300 euros
n n n El centro de Santa María de Oia es prácticamente un desierto en el que apenas se puede ver a algún vecino acercándose al único establecimiento abierto en el núcleo central de la villa. Es Comercial Blanco, que junto a la frutería de Juani Álvarez, son los únicos lugares en los que los vecinos pueden acceder a los productos de primera necesidad sin tener que salir del municipio y trasladarse a A Guarda o Baiona. 
Los clientes son todos de la zona, aunque reconocen que hay “algunas personas de Vigo a las que les cogió el confinamiento en sus segundas residencias y tuvieron que quedarse aquí”. También han detectado que el miedo se ha adueñado de la mayoría de la población, que evita “no solo salir de casa, si no todo contacto con los repartidores. La gente está muy asustada”.
Para muchos esta es “la única forma de conseguir comida, ya que hay muchos vecinos que viven en aldeas, o solos, y nosotros hacemos el reparto a todos sitios, eso sí, a los más alejados lleva la compra el Ayuntamiento”, explica Edmundo Blanco, que está al frente del comercio que su abuelo inauguró en un lejano y también convulso 19018, cuando aún se  la gran pandemia de la gripe española. En esta ocasión, las cinco personas que trabajan en la tienda han tomado todas las precauciones para evitar contagios y “poder mantenerlo abierto. Somos muy necesarios, esto no lo hacemos como un servicio a los vecinos”, explica enfundado en su traje protector, mascarilla, guantes y gafas. 
Para completar estas medidas de seguridad, desde el lunes de la semana pasada ya no dejan entrar a nadie en la tienda. Recogen los pedidos desde la puerta. Antes los clientes podían entrar en un número máximo de cuatro personas mientras el resto esperaba en una ordenada cola en la que se mantenían la distancia mínima obligatoria en estos casos.
En la frutería de Juani, junto a la carretera de A Guarda, también los clientes entran con cuenta gotas. “Hay mucho trabajo y por el momento hay casi de todo, aunque algunas cosas a lo mejor no te las traen cuando las pides y lo hacen a los dos días”, explica. 
Aunque las ventas han aumentado un poco asegura que “después vendrá lo peor. Esto es pan para hoy y hambre para mañana”, y reconoce que al igual que el resto de los vecinos “tengo miedo del contagio, de lo que pueda pasar. Todos estamos asustados”.
El mismo mensaje de temor lo reciben los empleados de Comercial Blanco cuando van a llevar los pedidos a las parroquias. “Antes se paraban a hablar con nosotros, ahora nos dejan el dinero en la puerta”. 
También notaron en su tienda, en la que existen más de 50.000 referencias, un aumento de las ventas “sobre todo los primeros días en los que tuvimos pedidos de hasta 300 euros, algo que en los más de 40 años que llevo detrás del mostrador no recordaba”. En esta tienda centenaria se pueden adquirir desde un colchón, ropa hasta de ceremonia, productos de ferretería y de labranza. Secciones que desde que comenzó la alerta sanitaria están cerradas, ya que solo se mantiene "la compra de alimentos", asegura Edmundo. Los pedidos siguen estos  días, una vez pasada la avalancha de la primera semana, aunque con menores cantidades que los empleados de Comercial Blanco llevan hasta otras parroquias. Por el momento, y según asegura este comerciante que empezó en el negocio con apenas 13 años, "tenemos de todo, y si falta alguna marca, hay otra. Sin comida no se va a quedar nadie".  n

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