Opinión

La parada técnica de Sánchez como comedia de Pirandello

Como nos enseñó en su momento Pedro Sánchez “hay que hacer de la necesidad virtud”, por eso, bien mirado, el presidente de Gobierno de progreso en parada técnica, al final va a tener que agradecer a “Manos limpias” que le haya brindado la ocasión de ser aclamado por sus partidarios en un referéndum plebiscitario como hombre imprescindible. No en vano, entre los respaldos, apoyos, confianza y lealtades destacan las del ex etarra y dirigente de BILDU, Arnaldo Otegui, que le robó el turno de adhesión al fugado Puigdemont, que se ha expresado con idéntica razón. Pero, cuando todavía no sabíamos cómo acabaría la cosa, el asunto trae a la memoria su parecido dramático con una célebre comedia de Luigi Pirandello, titulada “Así es si así os parece”, dada la variedad de personajes en el enredo.
“Así es si así os parece” (en italiano, “Così è se vi pare”) - es una obra de teatro popular del escritor italiano Luigi Pirandello, definida por el mismo como una "farsa filosófica", y realizada en 1917. A la manera de un thriller psicológico y con un humor desopilante; es decir, festivo, divertido, que produce mucha risa, la obra es una farsa filosófica sobre la inutilidad por aprehender la realidad, esa cambiante verdad que varía según el punto de vista de quien la sostenga. Y ahí nos sitúa el doctor Sánchez con inteligente recurso de colocar al país entre la zozobra como hace Pirandello coloca sus personajes en una situación paradójica para demostrar lo contradictorio de la existencia. Dice la crítica de la obra que “el autor, el hombre, a pesar de sus esfuerzos, no logra penetrar hasta el final del laberinto de las apariencias, ni conocer lo que está encerrado en las formas de las que es responsable y a la vez prisionero”. De ahí que nuestro hombre se autoconvierta en víctima de sus dudas, de las que sólo puede salir reflexionando, alejado de la realidad de la que es esclavo.
Antes de conocer la histórica decisión, nadie creería que Sánchez fuera a dimitir. Pero este asunto le va a venir bien para tapar los efectos de sus propios enredos con BILDU, Puigdemont, ERC y el beneficado independentismo, a precio tasado, Marruecos y el resto de su lote. Su aparente reflexión no la hizo cuando, este hombre de principios y de palabra se plegó a la amnistía y a las imposiciones de sus consocios. Ahí no hubo reflexión meditada, claro que no. Pero esta maniobra está bien pensada, tratada, calculada y ejecutada. Le ha venido bien. Lo ha aprovechado, pese a que podía ignorar la iniciativa del sindicato de extrema derecha “Manos Limpias”, que no es precisamente una entidad de prestigio, solvencia y ejemplar en nada. No hizo Sánchez como aconseja Voltaire no responder a la injuria de un imbécil. Es más, debería estar agradecido porque le ponen en bandeja este plebiscito al que asistiremos. La cosa tiene más miga, más de lo que parece.
Pero en eso de hacer de la necesidad virtud, él y sus turiferarios y aclamadores han aprovechado para un ataque generalizado a los medios de comunicación y a los periodistas críticos con su modo de hacer política. Y en el colmo de alistar dentro de la misma a lo que se considera “la fachoseria” han anotado sin excepciones a todo tipo de medios. Y andan mal de memoria sobre los antecedentes históricos del papel que corresponde a éstos en el análisis cotidiano de la política, como uno de los contrapesos necesarios en una sociedad democrática. Conviene recordar al caso más paradigmático de la historia reciente, el “Watergate”. Sí hasta forzó la renuncia del presidente Nixon de los Estados Unidos, gracias a la labor de los medios de comunicación, en particular, The Washington Post, Time y The New York Times. Fue y sigue siendo un ejemplo de la función que debe ejercer la prensa democrática que se sigue citando como referente obligado, cuando en situaciones como ésta se trata de atacar su labor crítica. El asunto va más allá de la denuncia de “Manos limpias” y se centra en el papel de los medios que han investigado las relaciones de la esposa del presidente del Gobierno y de si existen o no conexiones entre sus actividades profesionales y los beneficios recaídos sobre empresas que han patrocinado o realizado aportes a las mismas. Y en ese sentido, no deja de llamar la atención hechos reconocidos o que una diplomada en un centro privado que no consta que posea título universitario ordinario, homologado, sea titular de una cadena de “cátedras” en una Universidad Pública o la serie de coincidencias temporales entre patrocinadores de sus actividades y las regalías del Gobierno presidido por su marido, quien presume de ser quien manda en la fiscalía, que en contra de lo habitual ha salido en tromba en su defensa para parar al arriesgado juez tempranero.

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