Opinión

La polvoreda de Monago

Cuando Adolfo Suárez fue nombrado gobernador civil de Segovia, su mentor Herrero Tejedor le dio un sabio consejo para el buen manejo en la erótica del poder: “Querido Adolfo -le dijo-, es usted joven y atractivo, a partir de ahora procure cumplir con sus tentaciones lejos de los límites de la provincia donde gobierna”. La frase puede no ser exacta, aunque sé de quien se la escuchó de esta guisa al propio Suárez, contándola con gracia y talento. Desconozco si José Antonio Monago, presidente de Extremadura, se manejó con el mismo catecismo de aquel franquista católico y opusiano, pero la verdad es que lo parece, pues puso el nido bien lejos del Senado y de su propia provincia.
Con lo que no contaba Monago era con pasar a la historia política de los amantes célebres por mor de los vuelos económico-amorosos. Ese pequeño descuido, esa simpleza de gastarse diez mil euros del erario en viajes para abrazar a la amada, ha levantado una polvareda sin precedentes en la vida publicada de los padres de la patria. En una situación normal, el tema daría para chascarrillos múltiples, para un cuento erótico, para una novela apasionada entre el senador en crisis por los cuarenta y la empresaria treintañera, daría para un reportaje rosa sobre las vicisitudes del amor separado por el océano, o para una crónica romántica de la pasión entre el dirigente y la militante de base… ¡Qué sé yo! 
Sin embargo, la situación económica y de escándalos más o menos mediáticos ha convertido el romance de Monago en una epopeya. Y es así porque sirve para destapar la caja de Pandora donde dormían esos otros gastos/prebendas, de las cuales disfrutan nuestros representantes en las cámaras alta y baja del Congreso. Y también es así porque Monago presumía de verso suelto en el PP y de una honradez asentada en las convicciones de quien se ha forjado a sí mismo con el tesón de un viejo masón.
Para mí, la polvareda de Monago forma parte del plan de reajustes de la vida pública. Es una corruptela más del pillo en el país de la picaresca, antes pasajera, ahora insufrible. El pasado está llamando a muchas puertas con colmillos de presente y advertencias para el futuro. Sin embargo yo me temo que el descubrimiento de todos estos peldaños que subimos cada día -tráficos de influencias, malversaciones, cohechos, ERE fraudulentos, cursos falsos, financiaciones ilegales, pagos en B, tarjetas-jetas, rescates bancarios, leyes tapadera, empresarios corruptos, abdicación del rey…- no nos conducen ni al cielo de una mayor libertad ni a un cambio radical de la condición hispana. ¿Tanta polvareda junta anuncia un cirujano? ¿Quién mueve los hilos?

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