Opinión

Pereza electoral

Escucho a Mariano Rajoy manifestar la pereza que le produce enfrentarse a un debate electoral al tener que prepararlo a fondo, estudiar los temas a tratar, enfrentarse a la polémica… y pienso en la utilidad de esa secuencia radiofónica para definir y analizar en el futuro las situaciones políticas que padecemos hoy. Una vez más Mariano supedita la responsabilidad política a su estado de ánimo. Una situación que supera con mucho la habitual subordinación del interés público al interés partidario, tan habitual en las grandes organizaciones capaces de mover la voluntad de las masas.
Resulta sorprendente, y debiera de ser desalentador para su electorado, que el líder de la derecha sienta pereza ante una campaña electoral provocada en gran parte por su inacción durante los cuatro meses de la legislatura breve. Una campaña propiciada, por acción u omisión, tanto por el PP como por Podemos, los dos partidos llamados por el destino y las estrategias a polarizar la nueva confrontación electoral. Pero también resulta curioso el posicionamiento de los conservadores al proyectar la misma pereza que padece un amplio sector de la ciudadanía frente a la nueva convocatoria. Una clara contraposición al activismo de los podemitas. ¿Son casuales estas situaciones? Eso lo valoraremos en las próximas semanas.
Muchos han achacado la pereza de Rajoy al miedo ante un nuevo cara a cara con Pedro Sánchez, centrándolo en la acusación de indecencia que este le espetó en el último debate. El socialista, en un gesto de honrosa elegancia, ha pedido perdón, tratando así de alejar nuevos fantasmas y tender puentes. Una acción muy distinta a la del propio Rajoy, de quien aún se espera una petición de disculpas por aquel “usted ha traicionado a los muertos”, arrojado al presidente Zapatero en el debate de la nación de 2005, en referencia a la lucha antiterrorista. Tampoco existe un acto de contrición de Ángel Acebes por aquel exabrupto de julio de 2006 cuando aseguró que “el proyecto de Zapatero es el proyecto de ETA”.
Sí, da pereza contemplar nuestra historia reciente desde la óptica del enfrentamiento barriobajero. Y debe suponer mucho cansancio para el presidente en funciones exculpar un día sí y otro también la rémora de corrupción incrustada en su partido. Y, desde la óptica clasista de la derecha más rancia, debe resultar muy oneroso bajar a la arena del circo para enfrentarse a los leones, siempre aplaudidos y jaleados por el populacho. 
En efecto, la pereza es la mejor acción política posible en estos tiempos de crisis económica pero también de crisis de valores positivos, siempre esclavizados por el dictado de las encuestas, del populismo barato y de las tácticas electorales. ¿Quién nos iba a decir que la pereza congénita de Rajoy acabaría siendo marca España?    

Te puede interesar