Opinión

Mimen a Mariano

Desde el domingo los corifeos y tertulianos afines al PP han tomado el camino de convertir en fracaso el triunfo de Susana Díaz en Andalucía. Los argumentos son tan peregrinos como considerar la no consecución de la mayoría absoluta como un patinazo o inventar dificultades de gobierno en función de posibles o malditos pactos. Esta estrategia tiene tres funciones: seguir en su empeño de desgaste del PSOE ante las municipales y autonómicas inmediatas, allanar el camino para la repetición del Gobierno de Rajoy en la generales y, al tiempo, empujar al olvido el descalabro propio. Es decir, siguen empeñados en no ver ni calibrar la realidad.
El estrepitoso fracaso del PP, de Podemos y de UPyD no se palia con otro paño caliente que la reflexión realista, que las tres formaciones no han realizado. Curiosamente ninguno de los tres líderes de esos partidos dio la cara durante la noche electoral. Mariano pasó la tarde y el escrutinio relajado en su despacho viendo el fútbol. Pablo Iglesias empleó su tiempo en poner fin a la vida sentimental con Tania Sánchez y comunicarlo en el momento de conocerse los datos. Rosa Díez se enclaustró en sí misma, como tiene por costumbre. Tres gestos para la historia del disparate político.
Con todo, la actitud del presidente del PP y del Gobierno es la habitual en Mariano. La postura de don Tancredo le ha ido bien personalmente. Practica el “ojos que no ven, corazón que no infarta”. Sin embargo en los centros de poder de los conservadores ha empezado a cundir el pánico y muchos se asoman a la ventana para ver llegar a Ciudadanos caminando por el centro de la calle. Otros, que se atreverían a pedir el cambio inmediato de Rajoy como candidato, consideran que ya es demasiado tarde para una maniobra de semejante calibre. Además, Mariano y sus monaguillos están convencidos de remontar la situación, antes de la llegada del otoño del patriarca, con un poco más de botafumeiro, bendiciones económicas y promesas fantásticas.
En la oposición, encarnada por el PSOE en solitario, reanimados por el avance andaluz y el realista traspiés de Podemos, se afianza la necesidad de cuidar a Mariano para que no se caiga del cartel. Susana Díaz lo ha vencido de forma clara y contundente en su feudo. Ahora se presenta el reto de descabalgar de las principales alcaldías a los nominados por su dedo y de recuperar autonomías como Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid, donde está prevista la presencia del líder con el mismo empeño que puso en respaldar a Moreno Bonilla. El problema es que ni Monago, ni Cospedal, ni Cifuentes están dispuestos a invitarlo. Le corresponderá a la oposición reclamarlo y mimarlo. Seguro.

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