Opinión

El consejo de las prisas

Es cierto que casi todas las grandes revoluciones de la historia han fagocitado a sus protagonistas. Sin embargo esta aseveración no encaja con la actual situación política de nuestro país, ya que considerar los movimientos de Podemos o de Ciudadanos como revolucionarios sería una pretenciosa ignorancia. Siendo generosos, podríamos clasificarlos como tropiezos del orden establecido.
Irónicamente me parecen más revolucionarias las prisas incontinentes que muestran en este proceso tanto el PP como Podemos. Una candela burdamente alimentada por la leña de la Europa conservadora y las fuerzas económicas, patrocinadoras del austericidio. Ningún país se estanca porque esté ni dos ni cinco meses en manos de Diógenes. Y mucho menos si tiene los presupuestos generales aprobados. Como es el caso actual. Mirémonos en el espejo de Italia.
El PP, ya lo sabemos, utiliza esta falacia con dos objetivos complementarios. Uno, para apremiar a que los contrarios se dejen caer en los brazos de su pírrica victoria. Dos, para sentar las bases de una posible nueva campaña electoral. Una estrategia absolutamente elemental, explicativa del enroque de Rajoy ante la protocolaria propuesta de Felipe VI. Un posicionamiento, incluso, visualmente inteligente aunque contradiga toda la doctrina de “responsabilidad política” bordada por Mariano en su pendón mediático. Al PP le pican las prisas por retornar a las urnas, vuelven a estar convencidos de poder pescar más cantidad de votos mientras más revuelto esté el río.
¿Y Podemos? ¿Por qué tiene Podemos prisas por alcanzar el Gobierno y ya no quiere elecciones como hace veinte días? ¿Lo está fagocitando su revolución? Pues tengo la impresión de que sí. Compromís se ha desgajado sin mucho ruido. Ada Colau ha puesto en jaque la estructura de la organización al anunciar la creación de un nuevo partido. En Marea, con muy buen sentido, valora su independencia ante las elecciones autonómicas y el afianzamiento de su identidad gallega en las Cortes del Estado. El grupo podemista de Andalucía también quiere voz propia… Y al tiempo, la pugna por las poltronas flota como alpechín en la almazara de sus reuniones.
En Podemos, la cúpula naturalmente, tienen prisas por alcanzar el poder antes de la desintegración o de que las urnas les den la espalda. El PP tiene prisas por quedarse, sea como sea, o disparar la última bala de la ruleta rusa con la esperanza de que se quede en el tambor.
Pero el revólver está solo en manos de Pedro Sánchez, quien no debe acudir ni al consejo de las prisas ni al concurso de la ilusa esperanza, ese mal clásico que Pandora mantuvo en su caja escondido, como si fuera benefactor, para confusión de los revolucionarios. 
 

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