Tal vez no exclusivamente, pero dicen que nos caemos para aprender a levantarnos. Caer, levantarse, aprender y volver a empezar tiene hoy hasta nombre técnico propio: la resiliencia, que se aborda desde la psicología positiva. Un profesional en la materia como un boxeador afronta cada combate sabiendo que más golpes da la vida. No son las caídas sino la vida la que te mata.
Hasta de la zancadilla más mezquina y dolorosa puede surgir algo positivo. El refugiado sirio al que una ruin persona húngara -ex periodista de profesión- hizo morder el polvo con su hijo en brazos, ha sido acogido en nuestro país y podrá trabajar como entrenador de fútbol en Getafe, donde se reunirá con él su familia. Un desenlace feliz inesperado que nace de una acción vil y reprobable, que la dueña de la pierna autora del mal no puede justificar como decisión errónea, puesto que no parece haber en dicho acto reflexión moral alguna, sino más bien impulso natural espontáneo. Lo que hacemos nos define mucho más que lo que pensamos y decimos.
Sin embargo, el futuro de Osama Abdul Mohsen, a salvo en España, dista mucho del que le espera a los miles de personas que buscan refugio o una simple salida del horror y la miseria. Quienes consiguen alcanzarla, se encuentran con una Europa ausente, como raptada por un Zeus que la lleva lejos a lomos de la discordia y la insolidaridad, y que deja tras de sí fronteras cerradas y esperanzas truncadas. Mal ejemplo para luego hablar de una Europa fuerte y unida, de una España fuerte y unida.
Al final, van a darle a Mas otro motivo para la independencia. Los nacionalistas catalanes no querrán estar en una Europa que da la espalda a los ciudadanos que sufren a sus puertas. Solo en Cataluña habrá libertad. El presidente catalán, doctor "honoris causa" de resiliencia, por su extraordinaria capacidad para ver el lado positivo muy escondido en las cosas, busca a la desesperada su zancadilla mediática, de la que poder levantarse victorioso en una nueva nación en la que se alzará sin ataduras o sin dientes.
