Opinión

Los vampiros nunca mueren

Dicen que Cristopher Lee ha muerto el pasado día 11 de junio, a los 93 años, a causa de un problema respiratorio. Quien nos dejó sin respiración hasta en una veintena de películas del vampiro por excelencia, no podía tener una muerte más adecuada. Pero, ¿podemos confiar en la irrevocabilidad de este deceso? Al Drácula que encarnaba y que superaba con creces en colmillos al de Bela Lugosi, no se le mataba ni con doble estaca. El fuego, la plata y la cruz, simplemente le incomodaban, y les ponía cara de haber mordido un ajo. 
Su interpretación me daba mucho miedo, cuando asomaba por "Mis terrores favoritos" y lo veía en el blanco y negro que agigantaba sus destellantes y abominables fauces y se adueñaba de la pantalla del televisor con su tétrica capa.
Desde la naturalidad de su actuación desnuda, sin efectos especiales relevantes, no ha habido conde, murciélago ni chupasangres humano mejor encarnado o reencarnado. Pero Drácula más grande puede irse hoy tranquilo, seguro de que podrá revivirse la atmósfera terrorífica que se sentía en sus películas. 
El pánico, la ansiedad, el desasosiego y la incertidumbre, se encuentran en las crónicas vampíricas del ignoto horizonte político español. Vampiros contra vampiros, las luchas intestinas se suceden para ocupar el trono del Príncipe de las Tinieblas. Desde el crepúsculo, la sangre nueva quiere hacerse con la supremacía que intentan retener los vampiros viejos de mayor poder. Las mujeres y hombres normales asistimos al espectáculo sin mayor margen que la posibilidad de elegir quién nos chupa la sangre cada cuatro años. Porque los vampiros nunca mueren.
Descanse en paz señor Cristopher Lee, y quietecito esta vez, que si no, del susto nos mata.

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