Opinión

La segunda oportunidad

Ya está, ahora sí. Por fin. Después de darnos la brasa cuatro muy largos meses, solo faltaba que los representantes de los partidos políticos hicieran el besamanos con el Rey. Un refrendo de la máxima categoría para algo que ya sabía todo el mundo. Los partidos lo sienten, se han equivocado, y prometen que no volverá a suceder. Pero si se ha roto, ellos no han sido, que quede claro. Ha sido Mariano, Pedro, Pablo, Albert; siempre el otro. Admiten el fracaso y su frustración, pero con la boca pequeña, señalando a los demás como responsables caprichosos e intransigentes y devolviéndonos la pelota para que la chutemos de nuevo. Y de lo que tenemos ganas la mayoría es de reventarla de una bestial patada electoral.
Ahora los ciudadanos, como en aquel programa de los años setenta -“La segunda oportunidad”- que pretendía concienciar a los conductores para reducir accidentes de tráfico, tenemos que corregir nuestros errores para evitar “hostiarnos” contra la gran roca, como sucedía en la cabecera del semanal. Somos nosotros los que tenemos que asumir de nuevo la responsabilidad y quienes debemos decidir qué clase de políticos y políticas queremos, pero entre la misma pingüe oferta de siempre. Tendremos difícil evitar el choque brutal, porque, si estos no pudieron o no quisieron, ¿tenemos que votar a los mismos candidatos? Además, ¿debemos aguantar otra vez la propaganda, los mítines, los discursos y toda la parafernalia electoral que, por otra parte, nunca han dejado de entonar? Jesús –omnisciente- podría estar pensando en ellos cuando dijo con resignación, “Señor, perdónales porque no saben lo que hacen”. Estamos tan hartos que casi preferiríamos darnos contra la roca que volver a soportar tanta “gilipollez”, que no lleva tilde, pero se acentúa con el paso del tiempo. Suele decirse que todo el mundo merece una segunda oportunidad, pero también que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Seguro que habrá un dicho también para el caso de otro posible fracaso estrepitoso. Será por palabras. 

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