Opinión

Se nos rompió el amor

El amor propio es el mayor adulador y el peor de los consejeros. La autocomplacencia contra viento y marea de Pedro Sánchez, que le ha alejado del verdadero análisis crítico y renovador que necesita su partido, le ha puesto a los pies de los caballos. Su incapacidad para gestionar el patrimonio humano y social del PSOE, junto a su –a menudo- excesiva gestualidad indolente e indiferencia hacia las opiniones de sus propios compañeros, acabará, más pronto que tarde, con su cabeza servida en bandeja de plata o en simple plato para el pulpo, teniendo en cuenta la paliza que le están dando.
La deriva que ha tomado la situación en las últimas horas, con la dimisión de más de la mitad de los consejeros de la ejecutiva del partido socialista, hace estéril cualquier análisis sobre la legitimidad del secretario general. Si su potestas está siendo objeto de interpretación, la auctoritas o capacidad moral ya no se le reconoce por gran parte de su partido y ha perdido capacidad de liderazgo frente a la opinión pública que contempla anonadada una batalla que –lejos de la verdadera guerra por formar gobierno- raya en el canibalismo político de la propia tribu socialista. Quitarse el guante de terciopelo para emplearse a fondo con la mano de hierro y la mirada fruncida y fría como el acero contra sus mismos camaradas no va a restituir a Sánchez como ídolo, que manoseado por los suyos ha perdido la poca púrpura que le quedaba. Deberá asumir la derrota o la frustración, o ambas, porque –irremisiblemente- le pasará como a Iznogud, que no podrá ser nunca Visir en lugar del Visir. 
Ni se compra ni se vende el cariño verdadero. Si te dicen que se acabó el amor, de nada sirven súplicas ni mucho menos exigencias. El camino de someter en defecto de convencer es corto. Pedro se mola, pero no cuenta con la aceptación del partido en general, aunque pueda conseguir de nuevo mayoría de votos de los militantes, que nunca serán suficientes para redimirlo y entronarlo como líder indiscutible. Cuanto más tarde en aceptarlo, más dura será la caída y más dañada quedará su dignidad. Resistir nunca será vencer en este caso, porque al PSOE se le rompió el amor.

Te puede interesar