Opinión

No quiero hablar de Cataluña

Puede haber tantas opiniones como personas, que coincidirán en todo o en parte, o serán radicalmente opuestas. Con motivo de la independencia, o secesión, o sedición, o derecho a la autodeterminación de Cataluña, se han vertido ríos de tinta que desbordan cualquier cauce previsible. Unos opinan que sí, que los catalanes son libres de decidir, otros que la decisión no le corresponde más que a todos los españoles y españolas. La culpa es de Mas, o el culpable es el Gobierno del Estado; sólo de este, o también de Zapatero y antes de Aznar. España se ha portado mal con Cataluña, o Cataluña no tiene motivos para quejarse del trato privilegiado que siempre ha recibido del conjunto del país. La mayoría de los catalanes quiere la independencia o están en minoría quienes se sienten españoles. El Gobierno debe ser contundente y actuar con todo el peso de la ley, desde la Constitución y hasta el derecho penal, o tiene que medir cuidadosamente las medidas a adoptar, con proporcionalidad.
Ha hablado el Rey con toda la legitimidad que le da ejercer la Jefatura del Estado. O en cualquier caso sus declaraciones son una injerencia injustificable en una Monarquía Parlamentaria que se sostiene sobre la soberanía nacional que solo reside en el Pueblo. El proceso soberanista catalán avanza desde el acuerdo pacífico en su Parlament, guiado por la nobleza desinteresada de sus representantes políticos. Aunque haya quien entienda que, desde los intereses partidistas y personalistas, no se ponen de acuerdo ni para investir President.
Hay quien tiene convencimientos profundos e inamovibles, justificados o no, pero que resisten el razonamiento más trabajado. Pero también hay meras posturas o convicciones que se modulan con la riqueza de las ideas de los demás. Pocas creencias son inmutables porque pocos seres humanos lo son. Pero es indudable, seamos de la opinión que seamos, que el valor del controvertido concepto de nación quiebra ante la cruda realidad del hambre, de la violencia, de la guerra, de los refugiados sin refugio, del sufrimiento de los padres y madres que buscan la libertad y bienestar de sus hijos, sin conocer de fronteras. Que se piense lo que se piense sobre el origen y el remedio del desempleo, de la precariedad laboral, de la injusticia social, siempre habrá acuerdo sobre la miseria que suponen. Por eso no quiero hablar de Cataluña, y termino con una histórica frase de un Presidente gallego que tampoco concilió nunca opiniones pacíficas, y al que difícilmente se le entendía -ideológicamente o al hablar- pero que zanjaba cualquier discusión en gallego con "e non teño máis que dicir". 
 

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