Opinión

Ni Xan ni Perillán

Mientras la Roja volvía a casa humillada y cabizbaja, todo el orgullo patrio se aglutinaba en las elecciones primarias del Partido Popular. Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado han sido los elegidos para enfrentarse definitivamente por la presidencia del Partido y, con toda seguridad, la próxima candidatura a la presidencia del Gobierno.
Cospedal, en tercera posición a pesar de haber obtenido casi el 26 por ciento de los votos, se descuelga de esta lucha interna por méritos propios, con un discurso de orgullo y frustración final, que no fue sino la continuidad de la propaganda gratuita de lo que ella cuenta como éxitos absolutos de su carrera política. El enorme apoyo que ha tenido no se corresponde con su tedioso relato. O a lo mejor sí en el PP.
Soraya y Casado pasan ahora a la gran final, tan incierta como la del Mundial en curso. La ex vicepresidenta no concita el agrado de la mayoría de los compromisarios, que la ven como la niña bonita y resabiada de Rajoy. Su oponente, en cambio, parece contar con los apoyos del resto de rivales que no consiguieron los apoyos suficientes en primera ronda, sumando así la mayoría de votos. Pero el joven vicesecretario general de Comunicación del PP, pronto necesitará de todas sus dotes mediáticas para defender de nuevo la legitimidad de un máster universitario en tela de juicio que puede lastrar su carrera hacia el éxito. La lucha se puede embarrar.
Pero sea quien sea el nuevo líder o lideresa del principal partido de la derecha española, no parece que ninguno tenga el carisma necesario para ganar las próximas elecciones generales, ni tan siquiera a Sánchez. Casado es majo, pero casi un imberbe político. Un buen yerno tal vez, pero no se le ve como presidente del Gobierno. Y aunque ser mujer juega a favor de Soraya, su mirada soberbia y su sonrisa a veces cínica, acaba derrotando a su reputación de gestora eficaz.
Si algo queda claro en este proceso electoral interno es que el Partido Popular está huérfano de paladín o paladina, que represente a la mayoría fiel de su electorado y que no cause rechazo a muchos miles de potenciales votantes que deciden apoyar en última instancia a la persona más guapa, más simpática o que menos rechazo les provoque. Aunque cierto es que los últimos presidentes del PP y del Gobierno de España han sido Rajoy y Aznar, así que cualquier cosa puede pasar y yo podría haber escrito esto para nada. Para mí, ni Xan ni Perillán.

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