Opinión

De la misa la mitad

El atrevimiento de Podemos ha tocado techo con la reivindicación de eliminar la misa de La 2 de Televisión Española. Precisamente en un momento en el que tal vez sea más necesaria que nunca como instrumento para fortalecer la fe e implorar la misericordia divina, en un tiempo enmarcado en una realidad geopolítica en la que incluso los ateos, agnósticos, impíos o herejes feroces recurren sin remordimientos a expresiones o exabruptos dirigidos al divino creador, desde el socorrido y resignado “Dios mío” hasta el suavizado “me cago en diola” o similar. 
Señal de que el partido morado no sabe de la misa la mitad, es que ha bastado mencionar la supresión del rito católico por excelencia de la programación audiovisual pública, para que, una emisión que solían ver cuatro o cinco ancianitos o ancianitas, las cortinas y las plantas del salón, mantuviese encendidas durante su retransmisión las televisiones de más de un millón de hogares españoles, llegando casi a un 20 por ciento del share. Para mayor regocijo de las eléctricas y la Iglesia Católica, dos grandes enchufadas del Gobierno en general.
PP, PSOE y Ciudadanos han calificado la propuesta podemita de -cuando menos- una chorrada, aprovechando para atribuir a Podemos la facilidad de ocuparse y preocuparse de asuntos vacuos e intranscendentes, o de políticas carentes de rigor e irrelevantes para el conjunto de los ciudadanos.  Personalmente, la misa televisada me atrae tanto como la mayoría de la programación cutre y trasnochada de TVE, que no tiene pudor en ocupar horas y horas con culebrones de siglos pasados cortados por el mismo patrón, seriales médicos y medio ambientales de pacotilla y telefilmes nórdico-germánicos que repite sin compasión ni sentido del ridículo.
A esta misma altura demuestran también a diario estar los partidos políticos, que con la representatividad que han obtenido en las urnas -lejos de la mayoría unilateral que da la razón- se muestran incapaces de acercar posturas y lograr acuerdos útiles para el país y se ocupan en continuar ofreciéndonos representaciones cómicas y dramáticas que dejan en evidencia que la mayoría no sabe de la misa la mitad y que, como la que ponen en televisión la mañana de los domingos, entretiene o adormece a unos pocos fieles irreductibles. Amén.

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