Opinión

Menos samba y más trabajar

La presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Cristina Cifuentes, no sale de su asombro por el revuelo que ha causado su manifestación de que, por tercer año consecutivo, no va a coger vacaciones. Su ocupación es una tómbola de luz y de color y es de esas pocas personas privilegiadas a las que les encanta su trabajo y no se le ocurre mejor sitio en el que estar. La líder popular quiere, para sí misma, menos samba y más trabajar. La polémica provocada me parece desmedida, siempre que la jefa del ejecutivo madrileño tenga llaves y con su pasión no prive a nadie de su descanso estival. Porque seguro que sus empleados agradecerían perderla de vista uno días, por mucho cariño que le tengan.
Cristina no sabe -o le da igual- que trabajo viene etimológicamente de tripalium, que significaba literalmente "tres palos" y era un instrumento de tortura formado por tres estacas a las que se amarraba al reo. Tres o más palos también han llevado algunos para animarles un poquito a trabajar y más que golpes se han dado a lo largo de la historia para conquistar los derechos laborales y sociales hasta constitucionalizar el derecho al trabajo y el deber de trabajar. Un deber que muchos estarían encantados de cumplir como medio de subsistencia, pero no pueden porque no hay derecho. La verdad es que el término y la concepción general del trabajo como algo obligatorio y esforzado no resulta atractivo en la mayoría de los casos. Por eso se ha inventado la Primitiva o la corrupción, porque no tenemos sueños pequeños sino ensoñaciones fastuosas con no dar palo al agua. ¡Pensar que en el Génesis todo estaba montado para vivir sin trabajar y alguien la fastidió por una miserable manzana!
Dice Cifuentes que las vacaciones no son obligatorias, y es cierto, el Estatuto de los Trabajadores solo veta la posibilidad de que se sustituyan por compensación económica, con carácter general. Así que, como no se ha hecho la miel para la boca del asno y Dios -o quien se parta la caja con nosotros- da pan a quien no tiene dientes, que ella siga currando no debería salirle más caro al erario público, más allá de unos cuantos kilowatios adicionales en la factura de la luz. De todos modos, tranquilidad, porque no parece que su postura se vaya a poner de moda ni tienda a cundir el ejemplo, puesto que la mayoría de los sufridos trabajadores no ven llegar el momento de desconectar, aunque sea por el breve tiempo que precede a la gran crisis post vacacional. De hecho ya hay empresas que garantizan a sus empleados que no recibirán ni deberán responder al teléfono o correo electrónico fuera de su jornada habitual de trabajo. Vamos por el buen camino.
Así pues, al margen del absurdo debate, debe quedar claro que el derecho al descanso de los empleados e incluso empleadores no está en juego en absoluto, por encima de cualquier capricho o frivolidad. No podemos obligar a Cristina Cifuentes a ponerse a la sombra y disfrutar de una piña colada en la playa, pero mira por dónde quien sí parece que va a pasar una larga temporada a la sombra va a ser Ángel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Éste también querría continuar trabajando, claro. En este caso lo entiendo. 

Te puede interesar