Opinión

Más golpes da la vida

El combate por la presidencia del Gobierno termina el domingo. Cuando suene la campana que anuncie el final del último asalto, solo un púgil levantará el puño en señal de victoria. Rajoy defiende el título y, aunque los candidatos han entrenado duro, nadie ha recibido más golpes que él. Literalmente.  
Todos le han tenido de sparring, objetivo que machacar. En su ausencia en el ring, le han castigado el estómago y el hígado, con ganchos que buscaban dejarle sin respiración. En el cara a cara, el candidato Sánchez se ha cebado con el jab de izquierda, le ha hecho “bailar” en el cuadrilátero y los directos a la cabeza y –sobre todo- al corazón, han estado a punto de hacerle besar la lona. Pero la envergadura del campeón y su condición de fajador le han salvado hasta ahora del knock-out. Él también opina, como Balboa, que nadie golpea más fuerte que la vida.
Como ha quedado demostrado en su reciente visita a Pontevedra, el presidente sabe encajar los golpes físicos más cobardes, porque nunca son los más dolorosos. En política, los puñetazos que hacen más daño son los que llegan de las urnas, que se envuelven en los puños de quienes jalean a sus aspirantes para que ganen una pelea limpia de una disciplina brusca que solo debería ser practicada por “caballeros”. 
Los pronósticos apuntan que los candidatos popular y socialista van justos de aire, al púgil ciudadano le han ido arrinconando en la esquina, y solo Podemos parece haber “saltado” al doceavo round con fuerza en los guantes. Nadie quiere tirar la toalla. Los más desfallecidos tirarán de juego de piernas o usarán el clinch para salir de las cuerdas y no caer en el último minuto, cerca de la campana final. Ya casi no hay que esperar para saber si tendremos nuevo campeón o si Rajoy, salvado por el dong, retiene el título a los puntos. 
 

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