Opinión

Manual de repelencia

Se ve que a Pedro Sánchez no le ha dado tiempo a leer las trescientas veinte páginas de su “propio” manual de resistencia, porque a cuatro días de su publicación, ha cedido a la realidad más tozuda y ha convocado elecciones generales que se celebrarán el próximo veintiocho de abril. De forma humilde -ha dicho- ha pedido la confianza de los españoles, pero como si estuviese leyendo el prólogo de su libro, en el que destaca que en cuestión de meses su Gobierno ha situado al país en primera línea de la defensa de los valores y políticas progresistas, la justicia, el europeísmo, el feminismo y el ecologismo, entre otras virtudes. Antes de desvelar la convocatoria electoral ha referido un amplio balance de su gestión que semejaba más propio de ocho años que de ocho meses.
Pero finalmente, este profesional de la resiliencia ha tenido que ceder ante el bloqueo político y la imposibilidad de aprobar unos presupuestos que se presentaban como los más sociales de la historia, desequilibrados por el peso desmesurado de las partidas de crédito hacia Cataluña, pero que ni así ha sido apoyado por quienes quieren ser primero independientes antes que gestores eficientes. Sánchez se ha encontrado con una realidad que llevaba llamando a su puerta desde que ganó la moción de censura a un Rajoy que, a la vista del talante mostrado desde entonces, se podría pensar que se hubiera ido realmente más aliviado que vencido. Mire usted señor Sánchez, saque pecho que yo me vuelvo a mi apacible plaza de registrador, que a estos no hay quien los aguante y no tienen remedio.
Lo peor ahora nos toca a los ciudadanos, que estamos llamados a las urnas en abril y mayo, debiendo decidir el sentido de nuestro voto en las elecciones generales,  municipales, autonómicas y europeas, escogiendo –ya nos conocemos- un candidato diferente para cada ámbito. Tendremos que tirar del manual de repelencia, a ver qué consejos da para aguantar tres meses de campaña electoral, que se antoja repelente y hasta repugnante, que nos causará aversión seguro. Que no hay en el panorama político español ningún líder a quien apetezca ver ni mucho menos escuchar, por lo menos desde mi punto de vista y, si tomo como representativo el bufido y el lamento general de mis compañeros y compañeras de trabajo el viernes a las diez y media de la mañana tras anunciar el Presidente la noticia, estadísticamente quedarán tres o cuatro españoles ilusionados, seguramente de derechas. 
Porque harían bien en pactar la campaña política en un único tweet por candidato y dejarnos reflexionar en intimidad, ahorrándonos todas las promesas y verdades convencidas que luego no podrán ser más que mentiras o imposibilidades materiales superadas por la realidad de los hechos, que difícilmente será otra que –en las generales al menos- reeditar un Gobierno de la izquierda débil en minoría o de la derecha más rancia que nunca. A salvo de grandes sorpresas que vengan de la mano del hastío y de una repelencia de manual. 

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