Opinión

La Cosa del Pantano

Del pantano de la corrupción no puede salir otra cosa que la Cosa del Pantano. Un monstruo voraz que se alimenta en el fango de la descomposición y putrefacción provocada por quien aprovecha la política o la administración pública para hozar y revolcarse con regocijo sobre los recursos públicos que deben garantizar los derechos y el bienestar de todos los ciudadanos.
Ignacio González, ex-presidente de la Comunidad de Madrid, es el más reciente criatura surgida del fondo de la ciénaga, presuntamente alimentada por la gestión ilícita del Canal de Isabel II, gigante societario creado para gestionar un bien público fundamental como el agua, transformado en un becerro de oro que el político madrileño no dudó en abrir en canal.
La fortuna que habría amasado a base de amaños de concursos públicos, operaciones mercantiles y comisiones aún no ha sido cuantificada en su totalidad, pero de partida las irregularidades financieras en el ente público durante su mandato se estiman superiores a los veinticinco millones de euros. Expulsado de la política en 2015, sigue viviendo de rentas muy jugosas al amparo de sus contactos en la Administración Pública y en la política y de su reputación de pijo con influencia y señorito de buen vivir.
Pero aunque Esperanza Aguirre derrame lágrimas de decepción y se le quiebre la voz al sentirse engañada por la falsa honestidad de quién fue su mano derecha, no hace otra cosa que quedar en evidencia y exponer su responsabilidad al no haber sabido ver la naturaleza interesada y maniquea de un finolis que entra en el calabozo repeinado y con jersey de coderas. Un modelo de individuo que todos reconocemos, que pertenece a una especie carroñera que se nutre del erario público y sorbe la legitimidad democrática, al que nadie con dos dedos de frente pondría siquiera a administrar su hucha de cerdito.
No será el último hombre o mujer de lodo hediondo que saldrá de las cloacas de la oscura política, chorreando apropiación indebida, prevaricación, cohecho, maquinación fraudulenta, estafa o evasión fiscal, apestando y contaminando el sistema democrático y social. Pero los poderes públicos y el conjunto de la sociedad honesta seguirá trabajando y empujando para hacer retroceder y hundirse en su exiguo lodazal a la postrera Cosa del Pantano.

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