Opinión

Haré lo que pueda: nada

Tengo que reconocer avergonzado que yo con Mariano Rajoy disfruto o, mejor dicho, me divierto. Es una perversión que me permito conscientemente y, por lo tanto, con cierto sentido de culpa pero que no me suele llevar al arrepentimiento. No puedo evitarlo. Es una mezcla de  vena gallega tal vez mal entendida y del humor irónico, mordaz y gamberro que me inspira. 
La comparecencia del Presidente del Gobierno ante la Audiencia Nacional, hecha a la gallega, como en la misma sala le reprocharon, no la habrá entendido nadie, ni habrá servido para nada, salvo para algunas cosas, como él mismo diría. Para demostrar que es incombustible, que no importa lo que diga, ni como lo diga, que se le entienda o no, que suba o que baje. También para minar la moral de sus rivales políticos o para enervarles más si cabe, arrastrados a debatirse entre la incomprensión y la impotencia ante la incongruencia más absoluta que no parece hacer mella en el líder popular. 
Ni siquiera el descubrimiento gratuito de que -como la gente sospechaba aunque no terminara de creérselo del todo- cuando alguien te dice que hará lo que pueda por ese asunto, en realidad no hará absolutamente nada. Eso ha declarado Rajoy, hacer por Bárcenas lo que podamos, es simple y llanamente no hacer nada, como es natural y no puede ser de otro modo. Se deduce pues que, vaya bien o mal España, el mérito o la culpa no será del Partido Popular, que hace lo que puede por el país, es decir, no hace nada. Otra cosa sería hacer lo imposible, porque aquí sí que muy probablemente incurriríamos en algún ilícito tipificado. 
A ver qué se puede hacer, es como cuando te piden que, por favor, mires algo con cariño, en el sentido de que te preocupes por un tema y consigas una solución satisfactoria para quien insta tu intervención. Pues eso, se lo ves con cariño, que es interesarte poniendo ojitos y buen corazón, pero sin mover un dedo. En el curso de su declaración, muchas han sido las perlas que Rajoy ha dejado, una vez más, de modo prosaico pero rozando el filo de lo poético. "Lo siento mucho, pero las cosas son como son y a veces no son como a uno le gustaría que fueran" es filosofía pura, que se atreve incluso a discutir a Kant, quien opinaba que vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros. 
En definitiva, Rajoy no para de abrirnos los ojos con sus razonamientos llenos de sentido común y su política lógica según su criterio. Si no lo entienden, si no llegan siquiera a acercarse a comprender la complejidad de la simpleza de su manera de ser y la razón de que ostente la Presidencia del Gobierno, él continuará seguramente haciendo lo que pueda por explicárselo, sin prisa pero sin pausa. Lo hará sin esfuerzo añadido, igual que yo haré lo posible por ahondar en la seriedad de la política. Lo miraré con cariño. 

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